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Chile offline: La desigualdad que genera la brecha

No solo se trata de redes sociales, música o series. El costo de un Chile desconectado puede convertirse en una de las principales barreras para alcanzar el desarrollo de nuestro país.

A tan solo tres horas de Santiago, se encuentra la comuna de Alhué, en la provincia de Melipilla. Con una población de 6.400 habitantes, la tierra en donde se dice que nació el diablo es una de las localidades reconocidas por la Subtel como una de las pocas en Chile en donde las conexiones fijas en hogares llegan a cero.

Alhué comparte esta triste marca con Navidad, de la Sexta Región, donde las conexiones fijas también brillan por su ausencia. En Canela, comuna de la Cuarta Región, solo hay cuatro conexiones de banda ancha para sus 9 mil habitantes. Y balnearios como El Quisco, Pichilemu y Algarrobo, poseen menos del 10% de sus hogares conectados a la red.

Esa es solo una pincelada del estado actual de la llamada Brecha Digital, el espacio en el que nadie quiere estar y que mantiene a gran parte del país desconectado de la red de redes. En total son 162 mil chilenos que viven en las 1.495 localidades calificadas como áreas de silencio, concentrados principalmente en las regiones de la Araucanía, Metropolitana, Los Lagos, Valparaíso y el Maule.

55 comunas en Chile poseen una conectividad menor al 1% de su población

Un diagnóstico que si bien preocupa, nos hace preguntarnos por qué hay que asumir el reto de la brecha digital como un desafío que va mucho más allá de la tecnología, sino que también como parte fundamental en el combate contra la desigualdad en Chile.

Móviles y fijos

Si bien la desconexión total frente a la red es un problema serio, eso no quiere decir que quienes están conectados hoy lo hagan de la mejor manera posible. La IX Encuesta de Accesos y Usos de Internet de la Subtel dice que sólo el 56% de los hogares en Chile tiene acceso a Internet Fija.

Comparados con la OCDE, solo superamos a México, Colombia y Turquía. Y aun cuando el mundo tiende al uso de celulares y portátiles, el desarrollo del internet fijo -la banda ancha como se le conoce popularmente- también es relevante, ya que supone un uso diferente.

Ignacio Rodríguez, analista de la empresa Globalsat, explica que, cuando las ofertas de Internet de prepago incluyen acceso a servicios de manera “ilimitada”, se crea una segmentación y una brecha cultural que se da entre diferentes tipos de usuarios. “El acceso ilimitado a Facebook, Instagram y WhatsApp puede postergar el acceso a plataformas y contenidos más extensos, más reflexivos y que requieren más tiempo y ancho de banda”.

17 conexiones fijas por cada 100 habitantes existen en Chile, el cuarto peor índice de toda la OCDE

Un diagnóstico similar es el que hace Ricardo León de Fundación País Digital: “La conexión a banda ancha permite otro nivel de usabilidad por parte de los usuarios. Hablamos de otros hábitos de consumo en el hogar, con otros dispositivos y una mayor cantidad de personas conectadas a la vez”.

Agrega que no tiene que ver solo con el acceso al uso cotidiano que uno podría pensar como ver películas, jugar videojuegos, hacer streaming o compras, sino que también para nuevos usos como realidad virtual y telesalud en el hogar.

Es por eso que, aunque el acceso al internet móvil sea mucho más grande en nuestro país, no es, suficiente para hablar de que es la manera óptima para poder superar la brecha digital que nos complica. De hecho, si comparamos las mismas cifras de la OCDE que nos dejan al final de tabla en penetración de banda ancha, cuando vemos las conexiones móviles, Chile se encuentra bastante bien ubicado, en la posición número 23, con 86 conexiones móviles cada 100 habitantes, bien cerca del promedio, que es de 102,4 conexiones por cada 100 habitantes.

23 es el lugar que ocupa Chile en la OCDE en el ranking de conexiones móviles cada 100 habitantes

Y si bien la adopción del 5G podría llegar a convertir a todas esas conexiones en algo mucho más cercano a lo que es la conexión fija de hoy, es importante entender qué es lo que se pone en juego cuando privamos a la población de acceso al Internet.

Del lujo al derecho

Hace casi una década, Estonia poseía un 75% de penetración de uso de Internet, algo parecido a lo que Chile tiene hoy. Hoy, se ubican dentro de una de las 50 naciones con mayor índice de acceso a la red en el mundo y todo, dicen los especialistas, gracias a que de manera muy temprana, el acceso a Internet se tipificó como un derecho humano.

El interés de esta nación europea por garantizar el acceso a la red de redes no solo significó beneficios referentes a la cantidad de dispositivos conectados, sino que también posicionaron a la nación como un polo tecnológico, desde donde nacieron tecnologías como Skype.

Pero el problema de la brecha digital va más allá de la velocidad de las conexiones, sino que de la desigualdad que sigue generando entre quienes tienen acceso a ella y quienes no.

Si bien el 85% del uso de Internet es móvil, el 86% del total del tráfico sigue siendo en fijo

Desde País Digital, el diagnóstico es claro: “Usar Internet es un movilizador social que permite reducir la exclusión social, dado que permite y generar la posibilidad de adquirir conocimientos, tomar mejores decisiones personales y económicas y a mediano plazo y largo plazo, mejorar la calidad de vida”.

Dicho de otra forma, la desconexión a Internet puede llegar a convertirse en la forma de exclusión social del Siglo XXI, sobre todo por lo que significa no estar allí: desde la realización de trámites en línea hasta acceder a capacitaciones u otros servicios del Estado.

49,6% vs 76,1% es la diferencia de porcentaje de conexión a Internet entre zonas rurales y urbanas.

Una muestra de esta brecha dentro de la brecha ocurre cuando comparamos usuarios en zonas rurales vs. zonas urbanas: mientras en los poblados y sectores aislados el acceso a Internet llega a un 49,6% de su población, en las grandes ciudades totaliza un 76,1%, según muestra el último informa de Brecha de Fundación País Digital. Algo que también se ve por el tipo de trabajo: solo un 41,6% de quienes declaran trabajar en Agricultura dicen tener acceso a Internet, comparado con el 93,7% de los empleados de oficina, el 98,9% de los científicos o el 78,7% de los operadores de maquinaria.

El nivel educacional también es clave a la hora de comprender donde están los desconectados: a mayor nivel educacional, mayor es el acceso a la red en Chile. Solo el 41% de la población sin educación formal tiene acceso a Internet, porcentaje que se eleva a un 87,6% entre los que están con Educación Media completa y un 95% declarado entre quienes son profesionales. Es con esto que podemos darnos cuenta que el problema de la desconexión no es simplemente un capricho digital, sino que también repercute en la posibilidad de tener una sociedad más justa y con oportunidades para todos.

Un esfuerzo que Ricardo León explica de la siguiente manera: “Los grandes desafíos en la colaboración público-privada deben tener dos focos claros en su desarrollo: primero, las personas que se están quedando atrás de la revolución tecnológica y  enfocarse en los múltiples y eficientes usos que podemos realizar con Internet: comunicarse, informarse, realizar trámites online con el Estado, educarse a través de cursos online, pedir hora al doctor y revisar los resultados de exámenes a través del sitio web, entre muchos otros beneficios”.