Show

Cambió las orejas de Mickey por la tiara vacante de princesa del pop desde que Madonna asumiera como la gran soberana. No sin pagar los costos que tiene pasar de su rural Lousiana a la escena mundial. Britney Spears es la estrella adolescente que construyó el camino que hoy transitan Miley Cyrus, Selena Gomez, Demi Lovato, Ke$ha y hasta la misma Lady Gaga. Cada una posee un elemento Spears: hacerse conocida ser la niña buena estadounidense, el abuso y caída, irreverencia a los medios y personificar el espectáculo. Su vida en la industria le indicó la fórmula a la fábrica llamada Disney que entendió el fenómeno y ha cosechado el éxito, pero que no ha podido igualarlo.


NO TAN INOCENTE

A los ocho años, la hija de Jamie y Lynne Spears audicionó por primera vez para ser parte del programa The new Mickey Mouse club. No quedó por su corta edad. Tres años después, luego de haber sido parte del musical femenino Ruthless! donde compartió tablas con Natalie Portman, vuelve a intentarlo logrando un puesto en el elenco. Se convirtió en una mouseketeer, la más joven del grupo, siendo compañera de Cristina Aguilera, Justin Timberlake y del actor Ryan Gosling. Lamentablemente para Spears, la temporada 1993 – 1994 fue la última del programa. Eso no la detuvo en su intensión de alcanzar el sueño de ser una estrella, por lo que viajó a Nueva York para enviar su demo a distintos sellos. Fue Jive Records el que vio potencial en ella y no se equivocó. Su disco Baby One More Time fue el primero en encabezar simultáneamente en un debut el ranking de Billboard tanto como álbum y como single. Por ello, se convirtió casi de manera automática en la estrella adolescente del momento. De ahí, el éxito mundial estaba escrito para Spears.

El año pasó rápido, y con él, los singles Sometimes, (You Drive Me) Crazy y From the bottom of my broken heart. El éxito conseguido por la cantante nacida el 2 de diciembre de 1981 en McCombs, Mississippi, no se detuvo. Y también comenzó la controversia: a mediados de abril de 1999 una portada de la revista Rolling Stone encendió las alarmas de la Asociación de familias americanas. Una joven y ascendente Spears posaba en ropa interior con un teletubbie en su mano derecha mientras habla por teléfono acostada de espaladas sobre un trozo de seda rosada. Una fotografía provocadora a pesar de que la cantante había conquistado los rankings mundiales con su disco debut Baby one more time, por lo que la imagen sorprendió a todos.

En marzo de 2000 ya sonaba en las radios el primer single que le daba nombre a su nuevo trabajo, Oops! . . . I did it again. Spears estaba decidida a dejar atrás su imagen inocente que le causó su primera polémica. Intensión que materializó cuando se presentó en vivo en los MTV Video music awards. Luego de interpretar un breve cover del tema Satisfaction, se arrancó el traje negro que llevaba para quedar en una malla color piel con brillos y cantar “I'm not that innocent”. Además, su relación con su antiguo compañero, Justin Timberlake comenzaba a ser más pública.

Britney se llamó el tercer álbum de Spears. Un video altamente sensual y su respectiva presentación en MTV de el single I'm A Slave 4 U iniciaron un nuevo golpe a los rankings mundiales. La cantante empezó a explotar su sexualidad, y desde FHM Magazine no tardaron en notarlo, siendo elegida como la segunda mujer más sexy el 2001, lo que se repetiría dos años después. El 2002 haría su debut como actriz con la película Crossroads. La estrategia de causar shock en la audiencia llegó a su clímax al año siguiente cuando -junto a la que los medios consideraba su rival directo, Christina Aguilera-, se besó con Madonna en los MTV Video Music Awards. A fines de ese año Spears ingresó al Paseo de la fama de Hollywood, empatando con la actriz Melissa Gilbert (Laura Ingalls en La pequeña casa en la padera), como la más joven en recibir una estrella.


EN LA ZONA EQUIVOCADA

Britney Spears capitalizó su bullado beso con Madonna en el single Me Against Music en In the zone, su cuarto disco en cinco años de carrera. Pero la jugada no resultó tan exitosa como se esperaba. A su segundo single le fue mejor, su canción Toxic ganó un Grammy. A pesar de las apuestas y los resultados, Spears empezó a ser nombre recurrente en los medios sensacionalistas. Su ruptura con Timberlake el 2002, gatilló una serie de situaciones que fueron quebrando emocional y psicológicamente a la cantante. Primero, el video solista de su ex novio, Cry Me a River, con el que la prensa especuló sobre una supuesta infidelidad. Antes tuvo que abordar el tema de su virginidad, ya que Timberlake había hecho público que tuvo relaciones con ella. Spears no tuvo reparos para insinuar que su ex compañero del The new Mickey Mouse club no estaba bien dotado. En enero del 2004 se casó con su amigo de infancia, Jason Alexander en Las Vegas. 72 horas duró el matrimonio, que fue catalogado como una broma que nadie entendió. Nueve meses después se volvió a casar, esta vez en serio, con el bailarín Kevin Federline. Juntos protagonizaron un reality show llamado Britney & Kevin: Chaotic que mostraba su relación durante uno de sus tours. En una entrevista exclusiva con Matt Lauer de NBC, la cantante respondió a la posibilidad de que la gente que la vio crecer no sintiera que Federline fuera suficientemente bueno para ella y que su matrimonio terminaría pronto. “Eso sería algo horrible, porque lo quiero y es todo lo que importa”.

Un poco más de tres años duró la relación que dejó dos hijos, Sean Preston y Jayden James. Spears se convirtió en presa recurrente de los paparazzi, especialmente cuando salía en público sin ropa interior. Su momento más bajo llegó luego de pasar solo una noche en la clínica de rehabilitación Eric Clapton's Crossroads en Antigua. Spears volvió a California y se afeitó la cabeza. En esa ocasión, su asistente personal Felicia Culotta escribió una carta a Hollywood.com diciendo, “No puedo convencerla por ninguna vía de que se ame a ella misma…”.

La respuesta de Spears no tardó. “Yo sé que he estado lejos de ser perfecta y los medios han tenido un montón de diversión exagerando cada uno de mis movimientos”, escribió la cantante a sus fans en su sitio de Internet. Unos días después, entraría a rehabilitación voluntariamente en un centro de Malibú luego de que sus padres y su manager de ese tiempo, Larry Rudolph, se lo pidieran. Al salir, lo despidió. Paralelamente, mantenía una batalla legal con su ex marido por la custodia de sus dos hijos, la que finalmente perdió. El comportamiento de Spears se mantuvo sin rumbo: en un minuto se encerró en su hogar en Los Angeles con el fin de no entregar a sus hijos a Federline. La cantante intentó un regreso con su disco Blackout en octubre de 2007. Cuatro años de problemas y adicción, sumados a la desastrosa presentación en vivo del primer single Gimme More en los MTV Video Music Awards, no auguraban un buen retorno, pero de la mano de Nate "Danja" Hills, logró posicionar en los rankings mundiales tanto este single como el siguiente, Piece of Me. Ese mismo año, Spears fue internada varias veces en una clínica psiquiátrica para luego ser entregada en custodia a su padre, Jamie.


LA FUNCIÓN DEBE CONTINUAR

Britney Spears comenzó a tomar el control de su vida otra vez, lo que permitió que pudiera intentar una nueva ofensiva por el reinado mundial de la industria pop. “¿Acaso sé que mi vida es rara? Es todo lo que siempre supe. Hay un montón de personas que no saben nada de mí y quiero que lo sepan. He pasado por harto estos dos o tres últimos años. He crecido”, decía en una entrevista a MTV a finales de noviembre de 2008. Su sexto álbum de estudio, llamado Circus, empezó a consolidar el regreso. Womanizer la volvió a situar en el número uno. El 2009 lanzó su primer tour luego de cinco años, The Circus Starring Britney Spears. La cantante realizó un show con temática circense donde ella era la maestro de ceremonias y el espectáculo al mismo tiempo. El show volvía al escenario, dejando sus problemas atrás. Ahora, la única controversia la generaba su música, como ocurrió con el tercer single del disco, If You Seek Amy, ya que la prensa norteamericana afirmó que los fonemas del título deletreaban “fuck me”. Con un millón setecientas copias venidas el disco fue un éxito de ventas en Estados Unidos y Spears volvió a su sitio de icono pop que construyó al inicio de la década del 2000.

Britney Spears entra a esta nueva década en las mismas condiciones que aquellas que estuvieron alternándose su lugar demostrando que el show, a pesar de todo, debe continuar. Con su último disco Femme Fatale del 2011, muestra tanto a sus rivales, la crítica y su público que como artistas es una mujer a temer dentro de la industria musical.


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