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El Semanal

Fotografías de: Gabriel Schkolnick / Roberto Candia

Carlos Caszely

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Qué se siente…

Perder un penal
Carlos Caszely

"Se cobró el penal y pasaron unos 30 segundos. Yo no escuchaba nada ni a nadie, estaba sordo. Agarré la pelota para pegarle directo al arco, me paré frente al balón y vi al arquero austríaco Friedrich Koncilia frente a frente, mientras pensaba en los millones de chilenos que estaban detrás de mí pendientes de lo que iba a ocurrir. Le pegué mal y la pelota se fue afuera por tres centímetros del palo izquierdo.

Bajé la cabeza unos cinco segundos que sentí como mil años, y muchas imágenes se me pasaron por la cabeza. Muchas de mi trayectoria deportiva, de todo el esfuerzo que hace un jugador de fútbol y todo lo que deja de lado durante su carrera por estar en un mundial. También pensé en las reacciones que iba a haber, era época de dictadura y me querían sacar la cresta como en 10 lugares. Ahí me dije: 'Mansa cagada que me mandé'.

Mansa cagada que me mandé

Después del penal se reanudó el juego y me volví a meter en el partido. Uno no puede dejarse llevar por el entorno, tiene que abstraerse. Yo me olvidé del penal, de todo.

Esa noche no dormí. En el hotel compartía la habitación con el "Flaco" Bigorra. El me decía 'Duérmete, "Chino", duérmete'. Ni una posibilidad. Yo estaba sentado en la ventana mirando las estrellas, fumándome un cigarro y pensando qué les iba a responder a los periodistas al día siguiente.

A las 11 de la mañana fue la conferencia de prensa. Yo creo que la única pregunta que no me hice durante la noche fue la primera que me hicieron esa mañana: 'Qué opina Caszely -porque ya no era Carlitos ni el "Chino", era sólo Caszely- de que en Santiago le apedrearon su casa y que su familia debió abandonar la ciudad'. Me mataron en dos segundos. No respondí nada y fui corriendo a llamar por teléfono a Chile.

Apenas mi señora contestó le pregunté si había pasado algo y me aseguró que no, nada. Le dije que los periodistas insistían y me dijo: 'Pero, ¿y adónde me estás llamando? A la casa, pues'. Más tarde me dijo que habían ido dos carabineros y que les había pedido que se fueran, porque no era necesario.

El costo más grande de ese penal, futbolísticamente, fue que no me volvieron a llamar de la selección nacional hasta el 85. Al año siguiente se jugó la Copa América y el técnico me decía que los dirigentes no me querían.

Sin embargo, siento que me hizo crecer tanto que me convirtió en una figura del fútbol chileno, porque incluso 30 años después de ese día y de los tantos que me retiré, se sigue hablando de mí, y en gran parte, gracias a ese penal que perdí en España".

Por: Pedro Bahamondes
Fotografía: Gabriel Schkolnick