Show

El Semanal

Fotografías de: Gabriel Schkolnick / Roberto Candia

Jacqueline Vera

« volver

Qué se siente…

Que te maten a un hijo
Jacqueline Vera

"Tenía el corazón apretado. En el cuerpo sentía calor, frío, calor, después frío. Tiritaba y después venía ese calor de desesperación. Esa noche estaba en el hospital y quería puro ver al Dani.

Nunca hablé con los asesinos. Me miraban y agachaban la cabeza. El "Pato Core" me vio y me sonrió, como burlándose. Yo lo miré a la cara y le dije infeliz. No fue fuerte, pero debe haber leído mis labios. 'Me las vas a pagar, hueón'. Me miraba y sonreía, el desgraciado.

'Tiene que reconocer a su hijo'. Cuando la doctora me dijo eso, pensé que esto no debería estar pasando. Entré y fue espantoso ver a mi hijo con un tubo en la cabeza, con el cráneo abierto. Estaba completamente morado e hinchado. Lo reconocí, porque en la perita tenía una cicatriz, cuando guagua se cayó. Y las uñas. Sus uñas eran especiales, eran anchas, bonitas. Yo le cortaba las uñas.

Yo gritaba que por favor me entregaran a mi hijo sano, no importaba cómo quedara, pero que me lo entregaran. Me dijeron que lo estaban haciendo vivir unos días más, pero que estaba muy mal, en cualquier momento iba a fallecer. Pensé qué desgraciado fue capaz de hacerle eso a mi hijo.

Con Iván, papá de Daniel, salimos del hospital, porque me iba a cambiar de ropa para después volver. En el camino me llamó el fiscal. 'Encontramos a los asesinos', me dijo. Nos bajamos del auto. Habían encontrado a uno que se había dirigido a la fiscalía, no sé adónde, a contar lo que había sucedido.

Los mostraron por la tele. Sentí impotencia, los hubiera agarrado y les hubiera dicho tantas cosas. Me retuve. Lo único que importaba en ese momento era mi hijo, Daniel. Sentí rabia, mucha rabia. ¡Cómo golpear a una persona así, de esa manera¡. ¡Cómo no tener remordimiento, parar la pelea, no pelear más! Era él sólo contra cuatro. Nunca hablé con los asesinos. Me miraban y agachaban la cabeza. El "Pato Core" me vio y me sonrió, como burlándose. Yo lo miré a la cara y le dije infeliz. No fue fuerte, pero debe haber leído mis labios. 'Me las vas a pagar, hueón'. Me miraba y sonreía, el desgraciado.

Un día, el doctor me dijo que el Dani tenía un cablecito que estaba dando corriente en el cuerpo, pero que todo lo demás estaba muerto. Ese día me dijeron que estaba vegetal y con el dolor de mi alma, le dije que se fuera. Le saqué los santos de su pieza y me dio rabia, porque ninguno hizo nada por él. Los santos por los que recé tanto, nada.

No me he podido recuperar. Tengo rabia, por no ser cómo era antes. No sé vivir con este dolor que no me deja en paz. La angustia, la pena, los recuerdos de él. Trato de disimular, es triste estar así. Todas las noches me despido de él, él sabe cuánto yo lo amaba. Antes le cantaba una canción y él se reía. Ahora le canto a una foto".

Por: Carla Mandiola
Fotografía: Roberto Candia