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El Semanal

Fotografías de: Gabriel Schkolnick / Roberto Candia

Mario Lepe

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Qué se siente…

Fracturarse por quinta vez
Mario Lepe

"Me había recuperado de mi cuarta fractura y era mi primer partido como titular en San Carlos de Apoquindo. Volví a ser capitán, íbamos ganando, acababa de meter un gol y, cuando todo el mundo estaba celebrando, a los dos minutos me fracturaron de nuevo.

No lloraba desde el dolor, lloraba desde la frustración, la pena

Es un dolor intenso, permanente, aunque soportable. Primero se siente un ardor que irradia la zona del golpe. Pero, después de un rato empieza la parte mental. Y ese es otro dolor, que cala el alma. Tenía un nudo inmenso en el pecho. No lloraba desde el dolor, lloraba desde la frustración, la pena. Yo ya había tenido cuatro fracturas: una doble en la mandíbula por un combo el 85 que me dejó dos meses afuera; dos de tibia el 88 y el 89, que me dejaron parado medio año cada una; y doble fractura de tibia y peroné con desplazamiento, el 91.

Esa misma semana había llegado a acuerdo con la UC. Tenía que ir a firmar un contrato por cuatro años, pero no alcancé.

Mientras jugaba, yo lloraba de emoción. Como cabro chico

Llevaba un mes y medio en cama y no pude más. Toqué fondo. Ahí liberé la rabia que sentía. No me podía mover en la cama, pero quebré un ventanal con la muleta que tiré lejos. Por varios días, no entró gente a mi pieza más que para dejar la comida.

Luego de eso llegaron de la Católica y me hicieron firmar por cuatro años. Me sentí muy respaldado.

A los seis meses ya estaba en condiciones de volver, pero demoré seis más en agarrar confianza. Quería volver al 100%. Un seguidor de la UC que era ortopedista y hacía artes marciales, me hizo unas canilleras a medida, que no iban pegadas a la piel, hacía una suerte de colchón de aire para absorber los impactos. Eso me hizo sentir más seguro.

No recuerdo contra quién jugamos el partido en que volví a la cancha. Se corrió la voz de que iba a reaparecer y el estadio casi se llenó. Entré en el segundo tiempo. La gente me aplaudió, coreó mi nombre. Nadie se dio cuenta que, mientras jugaba, yo lloraba de emoción. Como cabro chico".

Por: Ignacio Bazán
Fotografía: Juan Farías