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El Semanal

Fotografías de: Gabriel Schkolnick / Roberto Candia

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Qué se siente…

Pasar hambre
Omar Reygadas

"En un momento, tres o cuatro días después del derrumbe de la mina San José, me empecé a sentir más débil. Con fatiga. Y eso lo apagaba tomando agua. Era un agua mala, con restos de aceite, para camiones. Pero no había otra cosa y había que sobrevivir. Los primeros dos días nos dieron calambres en el estómago por esa agua.

Después el cuerpo se acostumbró. El calor lo hacía peor. Sentado o parado, el sudor corría como si te estuvieras duchando. Te deshidratabas en un rato. Nuestro 'gran almuerzo' lo servíamos entre 12.00 y 12.30. Eran las dos cucharadas de atún. La primera me la comía sola, la mantenía en la boca. A la segunda le echaba un poco de agua. La revolvía, así como un caldo. Entonces me lo comía con tanto agradecimiento, que daba gracias a Dios.

Nuestro 'gran almuerzo' lo servíamos entre 12.00 y 12.30. Eran las dos cucharadas de atún

Con el hambre se siente un vacío. Como que empieza a apretarse el estómago. Yo sentía mi estómago seco adentro. En esos momentos, cuando se me empezaba a apretar, sólo podía darle agua. De un trago podía mandarme un litro. Esa sensación de fatiga me daba más en la mañana. La fuerza que me daba para no sentir hambre era la de estar con mis seres queridos.

Cuando llegaron las sondas y empezaron a mandarnos comida por las palomas, lo único que ansiábamos era que nos mandaran un plato de porotos. Pero nos mandaron agua azucarada. La verdad es que ahí sí que empecé a sentir hambre. Tal vez era por saber que ya podían mandarnos algo. Era un ansia, una cosa en el estómago que deseábamos. Era sentir el agua en la boca, imaginando que íbamos a comer un poco de arroz, fideos o porotos. Días más tarde nos mandaron una leche altamente rica en proteínas. A muchos nos dio un dolor de estómago tan fuerte, que nos mandó al baño. Pero no podíamos hacer, porque estábamos todos apretados, trancados. Teníamos algo apretado adentro. Seco como piedra. Ahí entendimos lo mal que habíamos estado".

Por: Andrew Chernin
Fotografía: Roberto Candia