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El Semanal

Fotografías de: Gabriel Schkolnick / Roberto Candia

Valentina Verbal

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Qué se siente…

Despertar con otro sexo
Valentina Verbal

"La primera vez que me vestí de mujer fue a los cinco años. Lo hice a escondidas. A los 42 años, el 12 de diciembre de 2012, me operé en el Hospital Van Buren de reasignación de sexo.

Apenas tuve conciencia, me sentí mal con mi cuerpo, no quería cumplir el rol de niño, sino de niña.

Yo soy heterosexual, porque en mi identidad sexual soy mujer y siempre me han gustado los hombres. Vengo de una familia tradicional de clase media alta y lo que me pasaba era tabú.

Decidí operarme el 2008. Estaba en último año de Licenciatura en Historia en la Universidad de Los Andes e inicié mi proceso de cambio de hombre a mujer. Les conté a mis papás, él es marino mercante y ella, dueña de casa. Ellos lo aceptaron, más bien se resignaron, fue un shock.

Mi mamá me miró y dijo ¡qué impresionante!

Primero tuve que pasar un informe psiquiátrico que acreditó que yo era transexual, después un tratamiento con hormonas femeninas por cuatro años y vivir socialmente como mujer. Los viernes, después de clases me iba a casa y hacía mi vida como mujer. Me veía tosca y se me notaba la barba.

El día anterior a la operación, no sentí miedo. Pero fue un momento crucial. La cirugía me dolió, y la recuperación también. Cuando me desperté de la anestesia casi no me pude mover. Pero más que todo estaba en vilo, quería saber cómo había quedado, no me atrevía a mirarme. Estaba morada, hinchada, vendada y sangraba mucho. Pero el doctor dijo que había quedado perfecta. Mi mamá me miró y dijo ¡qué impresionante!, porque era igual a una vagina de verdad.

Después de la operación te feminizas mucho más. Aún tengo la voz masculina y debo hacerme una terapia fonoaudiológica.

No me gusta decir cómo me llamaba antes, porque he luchado por mi identidad. Si digo mi nombre de hombre vuelvo a serlo. Mi carné de identidad no tiene mi nombre aún, estoy en proceso de cambio. Como candidata –a diputada por RN- estoy apelando a ir como Valentina Verbal.

Ser mujer es más difícil en términos prácticos. Tengo que echarme cremas, pintarme las uñas, sacarme las cejas, maquillarme, te exigen ser flaca, verte bien... Me puse pretenciosa. Pero lo más duro es la discriminación a las mujeres. Ahora siento que siempre me miran para abajo porque soy mujer... Y más encima trans".

Por: Marisol Olivares
Fotografía: Gabriel Schkolnick