Historias de la obra cumbre de The Cure
Disintegration, el octavo álbum de estudio de la banda inglesa tuvo de todo, desde un regreso a las raíces, un matrimonio, la expulsión de un integrante y hasta un incendio.
Por Pablo Retamal Navarro
Hacia 1988, Robert Smith estaba preocupado. Pese a que su banda The Cure estaba posicionada como un conjunto referente a nivel mundial tras su LP, Kiss me, Kiss me, Kiss me (1987), el líder del grupo aún sentía que a su trayectoria le hacía falta una obra maestra. Esa sensación no lo abandonaba.
Más aún, el 21 de abril de ese año, Smith celebró su cumpleaños número 29, y la situación solo lo entristeció. “Quería terminarlo todo antes de cumplir los 30 años. [Luego], el día después de cumplir los 29 años, me di cuenta de que el próximo cumpleaños cumpliría 30 años. Es como una paradoja. Creo que cuanto más joven eres, más te preocupas por envejecer”, dice el guitarrista en el libro Never enough, del escritor Jeff Apter.
Smith sentía que todos los grandes ídolos del rock habían concretado sus discos más importantes antes de la tercera década, por lo que el plazo se le acortaba. Incluso, según la mencionada publicación, llevado por la pena y la inseguridad, Smith se juramentó que a los 30 años no seguiría en The Cure.
Pero había trabajo por hacer. Con el fin de grabar su “obra maestra”, Smith comenzó a componer un puñado de canciones. No estaba seguro si acaso estarían bajo la etiqueta de The Cure, pero sus dudas se disiparon cuando reunió al conjunto en la casa del baterista Boris Williams para que todos escucharan los demos en que había laborado. “Las sesiones de los demos fueron muy, muy divertidas, brillantes”, recordó Smith en Never enough, y así también fue para el resto del grupo.
El próximo disco sería con The Cure.
Desde The top (1984) y sobre todo con The head on the door(1985), el grupo había ido hacia una línea mucho más pop, pero esta vez, dada la crisis personal por la que atravesaba, Smith definió el sonido del nuevo elepé como una vuelta a los discos más oscuros y góticos de la agrupación, vale decir Seventeen seconds (1980), Faith (1981) y Pornography (1982).
Sin embargo, no fue tarea tan fácil convencer al resto para que retornara al antiguo sonido. Con los trabajos más pop venían de obtener buenas ventas, con discos de oro y platino e incluso el single “Just like heaven” se metió dentro del top 40 del ranking Billboard, de Estados Unidos, siendo su sencillo más exitoso en el gigante norteamericano.
“Los otros pensaron que perdí la cabeza. Todavía estaban atrapados con la idea de que nos estábamos convirtiendo en una banda realmente famosa, y no estaban entendiendo que la música que quería hacer era increíblemente malhumorada y desanimada”, señala Smith en Never enough. “Todos esperaban que escribiera canciones que iban a hacer una continuación de ‘Just like heaven’. Pensaron que íbamos a mantener las cosas ligeras e inflables con un poco de pesimismo ocasional, pero hicimos lo contrario “, agrega.
Finalmente, el líder se salió con la suya, y así, a mediados de octubre de 1988, comenzaron las sesiones de grabación junto a su ya clásico productor, Dave Allen, en el Outside Studio, ubicado en Reading, Inglaterra. Se trataba de una vieja casona que fue acondicionada como un estudio de grabación y que se puede apreciar en el videoclip de la canción “Ouija Board”, de Morrissey.
La alineación que ingresó a registrar el nuevo elepé fue la siguiente: Robert Smith (voz, guitarra), Simon Gallup (bajo), Porl Thompson (guitarra), Boris Williams (batería y percusiones), Lol Tolhurst (teclados), y un nuevo integrante, el también tecladista Roger O’Donell. Sí, dos tecladistas.
La inclusión de este último no era casual, su llegada fue solicitada por Robert Smith y los hechos que se sucedieron terminarían por ratificarla.
La primera canción que se trabajó para el nuevo álbum, curiosamente no fue hecha para este. “Lovesong”, fue pensada por Robert Smith como un regalo de bodas para Mary Poole, su flamante esposa, con quien contrajo matrimonio el 13 de agosto de 1988.
“No pude pensar en qué darle, así que le escribí esa canción: barata y alegre. Ella habría preferido los diamantes, creo, pero podría mirar hacia atrás y alegrarse de haberle dado eso “, cuenta el cantante en el libro de Apter.
En la boda estuvo gran parte del grupo. Como padrino las ofició el bajista Simon Gallup, y el mismo Smith fue el DJ de la fiesta posterior.
Sin embargo, “Lovesong”, tenía un espíritu muy diferente al del resto del material que estaban trabajando.
Durante las grabaciones del álbum, un incendio afectó la habitación donde Robert Smith se estaba alojando. Específicamente, un calentador instalado en la pieza se prendió y calcinó todas las letras que el líder había compuesto. Esa es, en gran parte una leyenda que rodea la grabación de Disintegration.
Sin embargo, en su sitio web, el tecladista Roger O’Donell aporta nuevos antecedentes, que desmentirían esta leyenda. “Dos fuentes me han dicho que una bolsa de cuero con letras y fotos fue guardada junto con la mayoría de las otras cosas. ¡Nada se perdió! Cree lo que quieras, estuve allí y sigo sin saber la verdad o, más bien, la verdad se perdió con el paso de los años”.
Incluso añade: “Parece que la verdad es que Dave Allen logró entrar en la habitación por su cuenta y guardar el bolso de cuero de las letras, hubo un daño cosmético en la habitación que se redecoró al final de las sesiones. ¡Todo el tiempo pensé que se habían perdido todas!”.
Laurence “Lol” Tolhurst no solo era el entonces tecladista de The Cure, también uno de los mejores amigos de Robert Smith desde la infancia. Ambos, se habían conocido el primer día en que ingresaron a la escuela, y desde ahí habían permanecido unidos. Tolhurst fue uno de los fundadores de la banda, en un principio tocaba la batería, pero ya en The Top pasó a los teclados. Incluso, en ese elepé, el grupo oficialmente solo eran él y Robert Smith.
Sin embargo, hacia mediados de la década de los 80’s, Tolhurst comenzó a tener serios problemas con el alcohol, los cuales hicieron que en la gira del disco Kiss me, Kiss me, Kiss me la banda tuviese que recurrir a Roger O’Donell, miembro de The psychedelic furs, como apoyo.
En su sitio web, O’Donell cuenta cómo se dio su llegada al grupo, primero como colaborador, pero luego como integrante definitivo. “Todo lo que sabía sobre The Cure era que uno de mis mejores amigos era el baterista Boris Williams. Cuando se habló de agregar un tecladista, me preguntó si estaba interesado e inicialmente no lo estaba hasta que escuché el Kiss me, Kiss me, Kiss me y me di cuenta de lo increíble que era esta banda, ¡aparte de todo el pelo extraño y el maquillaje! Después de aproximadamente una semana de la gira, en una habitación de hotel sentado en el piso junto a Robert, me dijo: ‘Quiero que seas parte del grupo, quiero que toques en el próximo disco y seas miembro de The Cure’”.
La entrada de O’Donell estaba de algún modo anticipándose a un problema que terminó por hacerse evidente durante las sesiones de grabación en Reading. Tolhurst ya no estaba en condiciones de tocar los teclados en The Cure debido a su alcoholismo. Esto comenzó a traer problemas con el resto de los miembros del grupo. Pero no era todo, ya que según se cuenta en Never enough, Robert Smith comenzó a agotar con su perfeccionismo a sus compañeros, pero Lol Tolhurst simplemente se encogía de hombros y seguía bebiendo.
Sobre esta situación, en el citado libro, Tolhurst admite: “Hasta mi último par de años en el grupo, The Cure fue toda mi vida, toda mi existencia. Hacia el final me enfermé y eso destruyó muchas cosas. Antes de eso puse todo lo que tenía”.
Así, la banda comenzó a tratar de mala manera al cofundador del grupo. “La situación es indescriptible, fue el bullying en su peor momento y me da miedo decir que formé parte de ello. Lo siento mucho por la parte que hice en todo, pero fue una parte tan arraigada de la cultura de la banda que fue muy difícil no involucrarme”, narra en su sitio Roger O’Donell.
“Haciendo el álbum Disintegration, solía desesperarme y gritar a los demás porque era jodidamente demente la forma en que lo tratábamos”, relata Robert Smith en Never enough.
En el mismo libro, Apter señala que el objetivo que tenía el bullying contra Tolhurst era “obtener algún tipo de reacción”. Según Smith, “la única forma en que pudimos comunicarnos que se estaba convirtiendo en una parodia completa de sí mismo era golpearlo. No sabía quién era él y tampoco sabía quién era él”.
Sin embargo, para el resto del grupo, la situación se volvió insostenible, y en un acto de presión, le impusieron un ultimátum al líder: o expulsaba a Tolhurst, o todos se irían. Si querían hacer un disco tan bueno como pensaba Smith, su obra cumbre, no podían tener en la banda a alguien que sencillamente no podía tocar.
No obstante, este no era el único factor que tenía descontento a los miembros del conjunto con Toluhurst. Según consta en Never enough, Tolhurst recibía una regalía mayor en derechos que todo el resto, a excepción de Smith, a pesar de su contribución limitada. “Hasta el nuevo trato [de 1986] con Polydor era 50/50, Robert y yo. Y en el camino todos estos muchachos se unieron a la banda y fueron tratados muy bien, pero su porcentaje fue menor que el mío. Me verían viviendo la vida de Riley y siendo este tipo loco. Entiendo su frustración “, explica Tolhurst en el libro.
Smith, a su manera, procedió a notificar a su amigo mediante una carta. “En la reflexión, la carta fue bastante agradable. Dijo: ‘No soy solo yo, todos sentimos lo mismo y no levantamos una pared, pero creo que deberías mejorar y no creo que debas ir a la próxima gira’. Eso fue como un trapo rojo para un toro para mí. Lo llamé y se hizo inasequible; Tuve que hablar con Mary por un rato “, cuenta Tolhurst en la citada obra.
En febrero de 1989, la banda confirmó oficialmente el despido de Tolhurst, y Robert Smith realizó unas duras declaraciones a los medios: “Yo era amigo de él, pero nunca fui realmente, muy cercano”.
“Creo que es bastante común saber cómo fue tratado Lol en esos días, muy mal. Tampoco soy inocente, pero tampoco él se hizo ningún favor, estaba borracho la mayor parte del tiempo y cuando trataba de mantenerse sobrio, haríamos todo lo posible para que volviera a emborracharnos. Apenas tocó nada en el disco y creo que algunas de las cosas que hizo tocar, tuve que volver a tocar cuando no estaba allí. Fue muy triste mirar hacia atrás de la forma en que fue víctima, pero fue algo gracioso en ese momento, ¿o no?”, narra Roger O’Donell en su blog.
Pese a todo, Tolhusrt alcanzó a dejar una composición para el disco, se trata del penúltimo track, “Homesick”. El tecladista dejó hecha la secuencia de acordes, y fueron finalmente el bajista Simon Gallup y Roger O’Donell quienes la arreglaron. “Básicamente la reescribimos una noche de borrachera. Las partes de piano y bajo fueron improvisadas por completo, lo que dificultó la recreación en el estudio, no creo que haya sido tan buena como la primera vez que tocamos, pero estuvo cerca”, cuenta O’Donell en su sitio.
Dave Allen produjo el disco, y su trabajo fue muy valorado por Smith “(Dave) tuvo una gran influencia en todo y Robert respetó sus opiniones ya que nunca ha respetado a nadie desde entonces. Dave es una fuerza creativa muy inteligente y realmente disfruté trabajando con él. Dave jugó un papel decisivo en el sonido de The Cure y creo que su influencia se ha perdido enormemente desde entonces”, señala Roger O’Donell en su citada web.
El primer single fue “Lullaby” (en español, “canción de cuna”) que se basa en una de las pesadillas de Robert Smith. “Ese es el tipo de canción de cuna que mi padre solía cantar cuando era más joven. Él solía cantarlas. Siempre hubo un final horrible. Habría algo como: ‘Duerme ahora, bonito bebé’ [seguido de] ‘O no te despertarás en absoluto’ ”, cuenta Smith en Never enough. El video correspondiente fue realizado por Tim Pope, en Londres.
Además de “Homesick”, compuesta por Tolhurst, otros integrantes de la banda también colaboraron con composiciones. Es el caso de Simon Gallup, quien creó la música de “The same deep water as you” y “Untitled”, el track que cierra el elepé. “Simon escribió esta canción y las partes del teclado simplemente las toqué, Simon es muy bueno escribiendo partes del teclado y yo bueno en las partes de bajo, ja, ¿quizás deberíamos intercambiar?”, dice O’Donell en su website.
El mismo tecladista hizo un aporte con una canción que finalmente no quedó en el álbum, titulada “Fear of ghosts”, sin embargo, se le puede escuchar en la edición deluxe del LP, que trae tomas descartadas y canciones no incluidas.
Por supuesto, Robert Smith eligió las canciones y el orden en que irían. Roger O’Donell confiesa en su blog que hubo un tema que solo el líder quería incluir dentro del tracklist final. “No creo que a nadie le gustara ‘Lovesong’ y estábamos molestos”. En la versión original del vinilo, no venían incluidas “Last Dance“ ni “Homesick”, pero sí estaban en las ediciones de CD y cassette.
El álbum salió a la venta el 2 de mayo de 1989, y obtuvo discos de oro en Reino Unido, Suiza, Italia, Francia (doble disco de oro) y Alemania. En Estados Unidos, lograron doble disco de platino por las 2 millones de copias vendidas y quedaron en el puesto 12 del ranking Billboard.
Sin embargo, este éxito comercial no necesariamente se tradujo en buenas críticas. En Inglaterra, los medios especializados en música no aprobaron el largaduración. Chris Roberts, de la revista Melody Maker no tuvo piedad: “The Cure expresan con Disintegration vulnerabilidad e insipidez espiritual, energizándola con autenticidad”.
“La desintegración es tan divertida como perder una extremidad. ¿Cómo puede un grupo tan perturbador y deprimente ser tan popular? ¡Seguramente no está permitido! ¿No tienes que ponerte los sombreros de la fiesta y golpear el puño en el aire (enrojecido con esperanza, positividad y otras cosas tan pasajeras) para llegar a las masas en estos días? La apelación perdurable de The Cure es confusa”, agregó.
Por su parte, Tom Doyle, del Smash hits, indicó: “A diferencia del otro LP de The Cure, este es un disco muy relajante que probablemente sea más apropiado para escuchar cuando el mundo te está pudriendo en lugar de sacar a tu fiesta de una estrella alegre”.
Barbara Ellen, del New Musical Express, tituló su reseña “Cuando el amor se rompe” y en ella manifestó su decepción por el nuevo disco: “Pensé que, pasara lo que pasara, lo que se desintegrara, podía manejarlo. Que mi “núcleo y todo” devorando los pasados álbumes de The Cure, más el indecente y susurro de ‘Lullaby’, me había preparado adecuadamente para lo que estaba por venir”.
“Una desintegración que llega a lo extraño como algo tan completo, tan doloroso, tan innoble, se deja temer por el estado mental actual de Smith, seguramente una psique destrozada tan profundamente solo podría ser un resumen como un mosaico… Disintegration muestra que The Cure están de vuelta en una forma increíblemente miserable. La diversión está en cómo eliges recoger las piezas”, añadió.
Al otro lado del Atlántico, la crítica fue más benévola. Michael Azerrad, de la revista Rolling Stone, destacó la idea de volver a los orígenes oscuros: “Los álbumes de principios de los años ochenta de The Cure, Faith y Pornography consolidaron firmemente la reputación del líder Robert Smith como el principal profeta de la oscuridad del rock…es emblemático el hecho de que si bien Disintegration no abre nuevos caminos para la banda, redefine con éxito lo que The Cure hace mejor. Incluso si su trabajo ya no tiene el valor de choque que una vez tuvo, Smith finalmente ha logrado que las cosas sean inequívocas, completamente y completamente correctas”.
“Una nota le dice al oyente: ‘Esta música se ha mezclado para que se escuche con volumen alto, así que súbalo’. A un volumen bajo, las sutilezas del disco podrían mezclarse con la madera; a un volumen alto, estás atrapado sin poder hacer nada”.
“A pesar del título, Disintegration está muy bien unido, creando y manteniendo un estado de ánimo completamente desolado. Si, como Smith insinuó, The Cure mismo está a punto de desintegrarse, esta es una conclusión digna”.