Tras el quinto lugar en el Mundial de Remo, el binomio nacional consiguió la clasificación directa a París 2024, donde debutarán en la cita de los anillos. El logro también les da un impulso de cara a Santiago 2023, donde competirán en cinco pruebas.
El 7 de septiembre, las carreras de Antonia y Melita Abraham, vivieron uno de sus momentos más especiales. En Serbia, en las semifinales del Mundial de Remo, lograron asegurar la clasificación para los Juegos Olímpicos de París 2024, un hito que se les escapó en 2020 y que buscaron con ímpetu. Ahora se emocionan hasta las lágrimas cuando detallan los sacrificios que realizaron para llegar a la cita de los anillos.
Las hermanas penquistas están cosechando frutos. Pasaron de ser duodécimas en un Mundial a meterse entre las cinco primeras. De competir en dos pruebas en los Panamericanos de Lima 2019 a estar preparando cinco para Santiago 2023.
“Haber hecho final en un Mundial, donde no hay más categorías, es por lo que trabajamos y soñamos siempre. Lo habíamos logrado en juveniles y sub 23, pero poder estar en lo top de lo top nos hace soñar en grande para lo que viene. Este año rompimos muchas barreras como deportistas”, reflexiona Melita en una actividad realizada por Garmin, uno de sus auspiciadores.
El logro lleva implícito otro: permite que la delegación de Chile en París 2024 aumente a cuatro representantes. Todas son mujeres. Poco antes de que las hermanas Abraham consiguieran su boleto, María José Mailliard y Francisca Crovetto también aseguraron presencia en Francia. “Es un orgullo ser parte de estas tremendas mujeres y ser una de las primeras clasificadas. Las mujeres están dando que hablar en el deporte chileno y es muy lindo que las chicas puedan estar demostrando que se puede y que ya no solo los hombres son los que están rompiendo barreras”, dice Antonia a La Tercera en esa misma actividad, realizada en el 24º piso de un edificio de la zona oriente de la capital.
También recuerda estos primeros días tras el logro, admitiendo que no ha tenido mucho tiempo de celebrar. Apenas descansaron unos días. Luego volvieron a entrenar y a preparar el viaje que harán a principios de octubre a la región del Biobío, para empezar a entrenar en el mismo lugar donde competirán.
Eso sí, hubo un espacio para el orgullo, la felicidad y el desahogo: cuando sus papás fueron a recibirlas al aeropuerto en su retorno a Chile. “No sabíamos que habían ido, pero al salir, verlos esperándonos ahí, habiendo viajado desde Concepción, fue algo muy valioso. Ellos siempre han estado ahí. Entonces poder verlos, abrazarlos, fue muy bacán”, añade.
Sus padres siguen viviendo en la ciudad donde estas leyendas se formaron, pero las hermanas dejaron su tierra para radicarse en la localidad de Curauma, en la comuna de Valparaíso, donde viven y entrenan desde hace un par de años. Eso sí, dejan en claro que para Santiago 2023 serán doblemente locales. “Competir en Concepción va a ser un tremendo orgullo, un tremendo honor. La presión siempre va a estar, más que nada por parte de la gente externa, de los medios. Nosotras nos estamos tomando todo con mucha responsabilidad, pero también con muchas ganas de disfrutarlo. Tratamos de no agobiarnos con un resultado. Tenemos las cosas claras y eso nos va a llevar al resultado que merezcamos”, agrega Antonia.
A diferencia de su paso por Europa, donde estuvieron enfocadas principalmente en su especialidad, el dos sin timonel, en estos Juegos Panamericanos tendrán que competir en cinco pruebas distintas en cinco días, realizando entre ocho a diez regatas. Ese factor ha transformado sus entrenamientos en sesiones de tremendo desgaste. “Es un tema, porque cambian las velocidades, cambia la sensación, los remos, los puestos. Entonces nuestro lema ahora es adaptación. Te subes a un bote, te adaptas. Te subes a otro, a veces con más chicas. Cada semana remamos dos días con cada bote y así continuamente. Va a ser un desafío grande porque queremos hacer algo histórico en los Juegos Panamericanos”, comenta Melita, quien muestra las palmas de sus manos con varias heridas y ampollas para graficar lo complejo que es cambiar de remo.
Ambas son muy claras en decir que irán por todo. Que no se guardarán nada. Conocen perfectamente a las rivales que tendrán cuando las competencias comiencen, el 21 de octubre en la Laguna Grande de San Pedro de la Paz. “Estados Unidos va a ser el equipo a vencer. Cuando tuvimos el Prepanamericano en abril, estuvimos ahí en el medallero con ellas. A partir de ese evento hemos ido haciendo diferentes combinaciones. El nivel también ha subido entre nosotras. El equipo de remo en Chile está preparado para enfrentar a Estados Unidos”, añade.
La disposición representa un cambio de paradigma. Si hace un par de años Chile luchaba por dar la sorpresa, en octubre lo hará para validar su condición de potencia del remo mundial. De hecho, Melita utiliza el ejemplo de su entrenador, el español Bienvenido Front. “Todos los años nos dice una frase para darle significado al evento que tendremos. Para Lima 2019 decía que si todas las arañas se juntaban para tejer una telaraña, podrían atar a un león. Ahí se basaba en el trabajo en equipo, en que si todas remábamos para el mismo lado, podíamos ganarles a estas potencias, que en su momento eran Argentina o Brasil. Ahora, en que nosotras somos el león y que el león es el rey de la selva porque es el único que no tiene miedo. Esa ahora es nuestra frase. No podemos tener miedo de enfrentarnos a atletas más altos o con más peso”, sintetiza. Es el resumen de lo que han vivido en este último ciclo olímpico. Metamorfosis, trabajo y éxito. La fórmula que las llevó a París y que, esperan, les permita alcanzar el oro en Santiago 2023.
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