Emilia Vergara, Directora Ejecutiva de la ONG Niñas Valientes:

“El pensamiento crítico es clave para las niñas, porque les permite no creer todo como una verdad absoluta”

“En la medida en que las niñas desarrollen su pensamiento crítico, les damos la posibilidad de cuestionarse si efectivamente existe un mandato social sobre su físico y si es eso lo que las está limitando para ocupar ciertos espacios. Es importante que lo fomentemos desde que son niñas porque es una herramienta que les va a llevar a cuestionar los estándares que se han instalado socialmente”.

Por: Por Patricia Morales. Collage: Sofía Valenzuela

“Algunas niñas señalaron que han dejado, incluso, de levantar la mano en clases por vergüenza a que las miren”, cuenta Emilia Vergara, Ingeniera Comercial, diplomada en Teorías de Género y Cofundadora y Directora Ejecutiva de la ONG Niñas Valientes. Se refiere a un estudio realizado por Dove y Adimark, que determinó que casi el 40% de las niñas entre 10 y 16 años en Chile, ha dejado de hacer alguna actividad que le gusta o en la que es buena, por la inseguridad asociada a su apariencia física. “Esta cifra es brutal, porque finalmente da cuenta de que estamos perdiendo casi un 40% de talento femenino a futuro. Las consecuencias de los estereotipos físicos, que a veces son invisibilizadas, son realmente muy grandes”, dice. 

Cuenta además que desde que crearon la ONG han sido testigos, desde la voz de las mismas niñas, de las creencias que tienen respecto de la apariencia física. “Hemos confirmado que son los atributos físicos a los que les entregan mayor valor y con los cuales se identifican. Esto es porque existe un mensaje instalado a nivel de la sociedad que las niñas ven desde que son muy pequeñas, que les dice que su mayor propuesta de valor es cómo se ven y no todo lo que son capaces de hacer por el mundo y lo que pueden entregar”. 

¿Qué es lo más complejo de esto?

Lo primero es que es muy limitante desde una perspectiva de la posibilidad del desarrollo pleno y libre, porque ¿qué pasa cuando no cumplo con las expectativas de la apariencia física que hoy están muy asociadas al concepto de belleza ideal que, por lo demás, muy pocas mujeres cumplen? La consecuencia a nivel socioemocional es que muchas niñas se resten de espacios porque les da vergüenza, no quieren que opinen de ellas o creen que no van a calzar. Y lo más grave, es que esto es determinante en el futuro de las niñas. Hoy estamos perdiendo talento femenino, voces de niñas y mujeres; muchas se están restando de espacios en los que podrían destacar y aportar, solamente por inseguridades asociadas al físico. 

¿Cómo logramos enseñarles que el físico no es tan relevante como hasta ahora creen?

Lo primero es motivar e incentivar otras áreas de desarrollo y otro discurso en el que no pongamos a la apariencia física en el centro. Preocuparnos de qué decimos, qué mostramos y dónde ponemos el foco cuando hablamos con niñas y adolescentes. Por ejemplo en cosas concretas, cuando le decimos a una niña: “que linda eres” o “eres la más linda del mundo”, esas cosas se van normalizando y vamos construyendo en ella la idea de que es valorada en el espacio público por su apariencia física. Por eso hay que valorar también su inteligencia, su valentía y su opinión. Poner el foco en otras cosas. 

El lenguaje es clave entonces.

Si, mucho. Pero no solo eso. También hay que fomentarles que se involucren en actividades independiente de su cuerpo. Por ejemplo, que hagan el deporte que quieren hacer, que no se resten de natación porque creen que no tienen el cuerpo para eso, o porque les da vergüenza el traje de baño. En el fondo tiene que ver con motivarlas a que efectivamente ocupen todos los espacios, porque ningún espacio debería ser excluyente para ninguna niña ni ninguna mujer, ni para ningún niño tampoco, por supuesto. 

Es difícil es cuando tiene tan pocos referentes en esas áreas…
Sí, los referentes son fundamentales. Por suerte cada vez hay un poco más de mujeres que aparecen en portadas, en televisión o en revistas por ser destacadas en un área. Hasta hace un tiempo, las mujeres no estábamos en esos espacios. No ocupábamos las portadas de los medios, y si lo hacíamos, solamente era por la apariencia física: una modelo, la noticia de una mujer que bajaba de peso después de su embarazo, o porque era la señora o la pareja de alguien. El no tener referentes en la vida de cualquier persona es muy fuerte y si esos únicos referentes que tenemos lo son por su apariencia física, es más brutal aún. El desafío entonces es mostrar referentes diversos, distintos cuerpos y formas de habitarlos. Pero también mostrar otro tipo de referentes, que no solo tengan que ver con la apariencia física, sino que mujeres en distintos mundos y ocupaciones. 

¿Pareciera ser que tenemos todo en contra para alejarlas de los estereotipos?

En ese sentido el pensamiento crítico es clave, porque les permite no creer todo como una verdad absoluta o que, en buen chileno, no se traguen todo lo que me dicen. Entonces, en la medida en que las niñas desarrollen su pensamiento crítico, les damos la posibilidad de cuestionarse si efectivamente existe un mandato social y si es eso lo que las está limitando para ocupar ciertos espacios. Es importante que lo fomentemos desde que son niñas porque es una herramienta que les va a llevar a cuestionar los estándares que se han instalado socialmente.

Un buen ejemplo para entender esto es que no necesariamente tenemos que esperar que las niñas dejen de maquillarse o dejen de creen en el mundo de las princesas, sino que sepan cómo enfrentarse a esos mundos. Si mi hija me ve maquillada porque me gusta, porque lo hago por mí y no como un mandato social porque valgo menos como mujer si no lo hago, es una oportunidad de aprender del pensamiento crítico. Pero las niñas a los 5 o 6 años no tienen esa capacidad analítica, no son capaces aún de llegar por sí solas a ese entendimiento. Y ahí necesitan que la sociedad les fomente la perspectiva crítica para entender que si quieren usar maquillaje, pueden hacerlo, pero pueden maquillarse como princesa o convertirse en un león o una superheroína; que no sea con el objetivo de corregir un defecto o verse más bonita. La diferencia está en la aproximación y cómo entendemos desde una mirada crítica los roles y sus juegos, porque tampoco la idea es que de ahora en adelante todas las niñas jueguen fútbol.

¿Cuál es el rol de la educación en esto?

Es el eje central. No solo la educación formal en las escuelas, sino que todos los agentes socializadores. Debemos apuntar a generar una educación no sexista desde la crianza con mensajes y herramientas para educarnos y formar con equidad de género desde los establecimientos educacionales, los medios de comunicación y todos los espacios. Porque estas diferencias en la equidad de género son formas de violencia, que les llaman violencia simbólica es otra cosa, pero que hacen el mismo daño porque están hiper normalizadas e instaladas y muy poco problematizadas. El tema del físico es una construcción social y por tanto se puede deconstruir, y a eso debemos apuntar.

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