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Ubicar y detener

La Tercera

Los gremios: la guerra como un paro
Las primeras grandes manifestaciones comenzaron en 1972. (Archivo Histórico / Cedoc Copesa)

Los gremios : la guerra como un paro

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Los gremios: la guerra como un paroLos 22 días que sacudieron a Chile
Narrado por Francisco Aravena.

El martes 28 de agosto, el gremio de los comerciantes, dirigido por Rafael Cumsille, anunció su adhesión al paro de los camioneros, que encabezaba el vehemente León Vilarín. El transporte completaba cinco semanas en huelga y se vislumbraba un escenario aún más duro que el de la paralización de octubre de 1972. Ese día, por primera vez, durante el juramento de los nuevos ministros, el Presidente Allende mencionó una posibilidad dramática: “No dudaría un momento en renunciar si los trabajadores, los campesinos, los técnicos y profesionales, los partidos de la Unidad Popular, así me lo demandaran o sugirieran”.

Pero la confrontación ya estaba planteada en otros términos. El subsecretario de Transportes, Jaime Faivovich, había diseñado un plan para confiscar los camiones parados y los dueños de las máquinas les habían quitado piezas claves para impedir que funcionaran. La huelga era sostenida con financiamiento externo.

¿Cómo se había llegado a esto? El origen remoto estuvo en mayo de 1971, cuando Allende cumplía cinco meses en La Moneda. El entonces presidente de los industriales metalúrgicos, Orlando Sáenz, y un grupo de empresarios fueron invitados a un viaje oficial a Cuba. “Como no quisimos pasar el 1 de mayo en La Habana para no ser parte de un show, el 30 de abril nos fuimos a México. En la madrugada del 2, Eugenio Heiremans me llamó para que volara urgente de regreso a Chile”, cuenta Sáenz. En una reunión en la casa del empresario Pedro Menéndez le informaron que Pedro Lira, presidente de la Sociedad de Fomento Fabril desde marzo de ese año, había renunciado al cargo y que entre todos habían decidido que Sáenz era el indicado para sucederlo: “Como condición para asumir, dije que Allende era el legítimo Presidente de Chile y que si me hacía cargo de la Sofofa iba a colaborar con el gobierno. Si luego veía que la intención final era instaurar una dictadura del proletariado, entonces haría un alto y entraríamos en otra etapa o me iría para la casa”.

Paro 1972
Paro de gremios en octubre de 1972. (Archivo Histórico / Cedoc Copesa)

En tres meses fijó su diagnóstico: las intervenciones de empresas, la galopante estatización de la banca y las tomas de fundos eran inaceptables. Poco antes de las Fiestas Patrias de 1971, Sáenz convocó a una reunión de hombres clave, que se realizó en Viña del Mar, primero públicamente y luego en un encuentro secreto, entre las 22 horas y las 3 de la madrugada, en un salón del Hotel O’Higgins. Allí expuso su apreciación: “El régimen se encamina a una dictadura como la de Cuba. El timón del gobierno no está en manos de Allende, sino en el grupo que lo rodea, particularmente del ministro de Economía, Pedro Vuskovic. Yo sigo bajo la condición de que declaremos una pelea a muerte, una guerra. Si no, es mejor que cada uno tome sus bártulos y nos vamos, porque este es el final del cuento”.

La Sofofa tomó esa noche la decisión de enfrentarse con todo su poder al gobierno. Nadie tenía muy claro lo que eso significaba. Al comienzo no se hablaba de un golpe militar, pero poco a poco los empresarios fueron trabajando en varios frentes: recolección de fondos para financiar las actividades; inteligencia; propaganda; coordinación con otros gremios; creación de un centro de estudios para elaborar un plan económico; relación con los partidos de oposición y las Fuerzas Armadas.

La tarea de buscar fondos la asumió enteramente la Sofofa. “Había que traerlos del extranjero”, dice Sáenz. “Lo que hicimos fue captar buenos agentes en los mercados más importantes para nosotros”. En cada lugar ubicaron a un representante que organizaba reuniones con empresarios: “Entonces alguien viajaba, generalmente yo, y contábamos lo que estaba pasando y para qué necesitábamos la plata. Teníamos que financiar a grupos de resistencia como Patria y Libertad y a los partidos políticos, así es que necesitábamos cerros de plata”.

En Europa, el agente fue un alemán que vivía en Suiza, Harald Lunherhausen, gerente general de Adela, una compañía creada para fomentar el emprendimiento en América Latina. En Estados Unidos, el hombre clave fue James Green, vicepresidente ejecutivo de Manufacturers Hannover Trust. En Venezuela trabajó Raúl Sáez, ex ministro de Frei, mientras que en México la conexión fue Humberto Lobos, presidente del grupo Protexa de Monterrey. Sáenz calcula el monto recolectado entre 10 y 12 millones de dólares. Los fondos financiaron paros y gran parte de las campañas parlamentarias del PN y la DC de marzo de 1973.

Para fines de 1971, también los comerciantes y los transportistas ya se habían declarado en la oposición. Recuerda Cumsille: “El 2 de diciembre, el mismo día en que Fidel Castro hablaba en el Estadio Nacional, juntamos en el Caupolicán una multitud inmensa. Fue quizás el primer acto público de malestar “. La primera gran paralización del comercio ocurrió el 21 de agosto de 1972.

UP 1972
Octubre de 1972, incidentes se registran en el centro de Santiago. (Archivo Histórico / Cedoc Copesa)

Dos meses después, los reclamos de los camioneros ante la congelación de tarifas y la carencia de repuestos cristalizaron en un paro nacional que comenzó con inesperada fuerza el 7 de octubre. Calculando mal el clima empresarial, el gobierno anunció el procesamiento de sus dirigentes. La respuesta se escuchó en todo Chile: hubo bloqueo de carreteras y se sumaron taxistas, buses, distribuidores de combustibles y el comercio menor, que permaneció cerrado por 26 días. “Un día, a las 3 de la madrugada, Allende me llamó por teléfono y me dijo: ‘Usted es un dirigente con autoridad moral, puede terminar con el paro’. Pero yo no tenía ese poder”, recuerda Cumsille.

Pronto se añadieron el Colegio Médico, la Federación de Estudiantes Secundarios, los gremialistas de la Universidad Católica, los abogados y otros colegios profesionales, con el apoyo de los partidos de oposición. “Un fenómeno nuevo había surgido en la lucha política: la vanguardia opositora había sido puesta en manos de gremios de la pequeña empresa. Los grandes empresarios no podían paralizar sus actividades sin riesgo de ser intervenidos por el Estado”, escribiría más tarde el ex ministro Sergio Bitar.

El 20 de octubre marcó un hito: se creó el Comando Nacional de Defensa Gremial, que reunió a todas las asociaciones de empresarios y a la mayoría de los colegios profesionales. De este megaorganismo salió el “Pliego de Chile”, que pedía el respeto a los derechos gremiales; el fin del control estatal; el alza de los precios congelados de la Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones, y la disolución de los organismos encargados de la distribución de bienes de consumo y de los Comités de Autodefensa de la Revolución, entre otros puntos.

La defensa de la UP quedó, más que en las manos de la CUT, en las de los cordones industriales y del gobierno, que decretó estado de emergencia en 20 de las 25 provincias y convocó al gabinete de “Seguridad Nacional”. El centro de la lucha era mantener funcionando las empresas, los servicios públicos y el aparato de distribución. Miles de voluntarios y muchos artistas se sumaron a la defensa de la UP, descargando y distribuyendo mercaderías, requisando camiones y tomándose fábricas contra lo que llamaban el “paro patronal”.

Pero después de este paro, la relación entre los gremios y los colegios profesionales de oposición se volvió cada vez más sólida. Esta solidaridad explica el gran apoyo que tuvieron los mineros de El Teniente, que en abril de 1973 declararon una huelga indefinida que duró 74 días. El 4 de agosto, los transportistas volvieron a la carga por la escasez de repuestos y salieron a la calle bajo el lema “Chile sin ruedas”. Y el país no se movió.

Camioneros LT 27 julio 1973
La Tercera, 27 de julio de 1973. (Archivo Histórico / Cedoc Copesa)

En buena parte de ese período, la Confederación de la Producción y del Comercio intentó mantener relaciones fluidas con el gobierno. Su presidente, Jorge Fontaine, lo logró parcialmente, aunque su empresa (una concesionaria de Ford en Chile) fue intervenida después del paro de octubre de 1972. Pero el asesinato del edecán Araya tensionó las relaciones con el gobierno. La radio Agricultura, de la que Fontaine era presidente, lanzó la versión de que los asesinos eran miembros de la UP y un grupo de cubanos. Allende llamó a Fontaine para increparlo y lo amenazó con clausurar la radio. Un periodista emblemático de la emisora, Alvaro Puga, fue arrestado, aunque al día siguiente fue puesto en libertad, después de que, por recomendación de Allende, Fontaine se reuniera con Briones.

A pesar de la fuerza exhibida por el paro de octubre, los empresarios se sentían inermes, descapitalizados y sin capacidad para frenar a la UP. Por sí solos, no podrían hacer mucho más que seguir con los paros, que también los perjudicaban a ellos. Entonces comenzaron los contactos con las Fuerzas Armadas. En noviembre de 1972, un grupo de hombres de empresa, miembros de la Cofradía Náutica del Pacífico, se reunió con el vicealmirante Merino y le planteó la posibilidad de tomar el poder mientras el Presidente estuviera en la gira internacional prevista para diciembre. Si la Armada iniciaba la insurrección, el general Prats se sumaría desde su cargo de Vicepresidente de la República, decían.

¿Están locos? -contestó Merino- ¿Y qué vamos a hacer después de derrocar a Allende? ¿Cómo vamos a gobernar un país que está en ruinas?

¿Y si contaran con un plan de reconstrucción? -preguntó uno de los presentes.

Merino se interesó y encargó el seguimiento a un oficial retirado, Roberto Kelly.

Recuerda Sáenz: “Me junté por primera vez con Merino en el verano del 73, cuando los empresarios estábamos de brazos cruzados porque nos habían quitado muchas fábricas. Recibí una invitación para ir a un asado a la casa del capitán de navío Charles LeMay, en Reñaca. Había un lote de ellos y apareció la reina de espadas, que era Merino. Ahí empezamos a calentar motores. Pero todavía nadie mencionaba la palabra golpe”.

La Tercera, 2 de agosto de 1973
La Tercera, 2 de agosto de 1973. (Archivo Histórico / Cedoc Copesa)

A fines de abril de 1973, Sáenz recibió un llamado del general Prats, que estaba por iniciar su gira a EE.UU. y la URSS. “Me contó que estaba muy inquieto ‘por todo lo que hemos estado conversando en estos meses’. Tenía la teoría de la pera madura, es decir, que cuando Allende viera que la situación se volvía insostenible, armaría un gobierno con militares y la DC”. Sáenz lo cuestionó: “Me encantaría que fuera así, pero eso no va a ocurrir. Antes de que ese momento llegue, habrá divisiones internas en las Fuerzas Armadas”. Prats le pidió que le avisara en caso de que ocurriera algo grave. El interlocutor sería el general Augusto Pinochet. “El entró a la reunión. Yo lo había visto un par de veces, pero nunca en los encuentros con Merino. Me miró con esos ojazos azules grandotes y me dijo: ‘Don Orlando, le voy a dar dos teléfonos en los que me puede ubicar cuando quiera’”.

El 6 de julio, los dirigentes de la Sofofa se reunieron con el presidente del Senado, Eduardo Frei. De la conversación quedó como constancia un documento que Hermógenes Pérez de Arce llama “el Acta Rivera”, redactado por Rafael Rivera, secretario de la Sofofa. Los empresarios expresaron su inquietud por la toma masiva de industrias que se produjo después del “tancazo”. Frei respondió: “Nada puedo hacer yo ni el Congreso (..). Desgraciadamente, este problema sólo se arregla con fusiles (…). Les aconsejo plantear crudamente sus aprensiones, las que comparto plenamente, a los comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas”.

Tanquetazo
Archivo Histórico / Cedoc Copesa

Después del “tancazo” se iniciaron los contactos con la Fach y, más prudentemente, con el Ejército. En agosto, un almirante se acercó a dirigentes de la Sofofa para prevenirlos acerca de su propia seguridad. El recado para Sáenz fue que la señal de la Marina sería “la insulina para su mamá”.

El 10 de septiembre, Sáenz asistió a un acto en la Universidad de Chile donde el principal orador fue Jaime Guzmán. Al salir, recibió una llamada de su vicepresidente Raúl Sahli, para comunicarle que el general Arturo Viveros quería reunirse con él en la esquina de Huérfanos con San Antonio. Esa noche Sáenz se fue a una cena en casa de Jaime Celedón. Sahli lo volvió a llamar y le transmitió el mensaje final de Viveros:

-Dile a tu jefe que la insulina para su mamá llega mañana.

21 ago.Estados Unidos: los ojos y las garras del águila

El lunes 20 de agosto de 1973, el Comité Cuarenta del gobierno de Estados Unidos aprobó un apoyo adicional de un millón de dólares para los partidos de oposición y el movimiento de los gremios del transporte terrestre y el comercio, en huelga en ese momento. El Comité Cuarenta coordinaba, al máximo nivel, las actividades anticomunistas globales del gobierno, el Pentágono y la CIA. Lo presidía el asesor de Seguridad Nacional del Presidente Richard Nixon, Henry Kissinger.

22 ago.La derecha fantasmal y la procesión interna de la DC

El martes 21 de agosto, los principales dirigentes del Partido Nacional se dedicaron a afinar los últimos borradores del proyecto de acuerdo que presentarían en la Cámara de Diputados para declarar que el gobierno de Allende estaba sobrepasando la Constitución.

23 ago.La Iglesia Católica: el rebaño inquieto

El jueves 23 de agosto, una gran multitud se agolpó en la Plaza de la Constitución para repudiar el acuerdo de la Cámara de Diputados y reforzar su respaldo a Allende. Al término de la concentración hubo incidentes en las calles del centro de Santiago. Los transeúntes se enfrentaron a gritos, se insultaron y a veces se trenzaron a puñetes.

Cambio de Mando

24 ago.El Ejército: al filo del quiebre

El 24 de agosto, el Presidente Allende comunicó el nombramiento del general Augusto Pinochet como nuevo comandante en jefe del Ejército. Era lo que habían recomendado su antecesor, el general Carlos Prats; el ministro José Tohá y otras personas cercanas al Presidente. Pinochet llegaba a la cima de su carrera en el medio de un gobierno socialista. Pero llegaba -y lo sabía- dentro de un territorio minado. El Ejército estaba en estado de alteración y Prats había caído por la presión de su propio alto mando. No había cómo ignorar este hecho, que se precipitó en sólo unas pocas horas.

25 ago.El campo: el parto de la tierra

El proceso que desató las pasiones más intensas durante el gobierno de la UP no ocurrió en las ciudades, sino en los campos. Fue la extensión de la Reforma Agraria. La relación con la tierra es más intensa que con cualquier otro bien de capital. Para muchos, la tierra es la madre -lo que nadie podría decir de una empresa- y en los pueblos originarios se sitúa en la base de sus creencias. Perder un fundo que durante generaciones había estado en manos de una familia debía desencadenar en los propietarios sentimientos tan intensos como contradictorios con los de quienes, después de décadas de privaciones, por fin accedían a la tierra. A escala microeconómica, el conflicto se multiplicó de manera desgarradora en cada predio de Chile.

26 ago.Patria y Libertad: alma de sabotaje

En la noche del domingo 26 de agosto de 1973, la Policía de Investigaciones llegó hasta el concurrido restaurante Innsbruck, en Las Condes, y arrestó al secretario general del movimiento Patria y Libertad, Roberto Thieme, junto a dos militantes, Saturnino López y Santiago Fabres. Thieme se entregó, no sin antes advertir: “Derrocaremos al gobierno de la Unidad Popular sea como sea. Si es necesario que haya miles de muertos, los habrá”.

jose toha

27 ago.La Unión Soviética: el informe Andropov

En algún momento de la segunda mitad de agosto de 1973, un convoy de buques soviéticos en ruta hacia Chile cambió de rumbo y se dirigió a otros países a vender su material. La carga era un número aún indeterminado de tanques y piezas de artillería, por un valor de 100 millones de dólares, que el ministro de Defensa de la Unión Soviética, el mariscal Andrei Gretchko, había comprometido con el general Carlos Prats durante la visita de éste a Moscú, en mayo de 1973. ¿El propósito? Modernizar y equilibrar las fuerzas del Ejército chileno con las que el general Juan Velasco Alvarado venía reuniendo en Perú. La URSS simpatizaba con la línea de izquierda nacionalista de Velasco Alvarado, pero consideraba catastrófica la idea de una guerra con el gobierno de Salvador Allende.

28 ago.El PS: el verbo flamígero

El 28 de agosto, con el paro gremial abultándose día por día, Allende tomó juramento a un nuevo gabinete, orientado al diálogo con el PDC, con el socialista Carlos Briones en el Ministerio del Interior. Allende se lo había anunciado a Aylwin en la casa del cardenal Silva Henríquez. Briones debía asumir el lunes 20, pero la dirección del Partido Socialista comunicó al Presidente su tajante rechazo. El nombramiento se paralizó, hasta que el senador de la Izquierda Cristiana Alberto Jerez le notificó al comité político de la UP que él y “otros tres senadores” abandonarían la coalición si no se nombraba a Briones. El Presidente confirmó a su ministro, mientras Altamirano declaraba que Briones “no es socialista”.

29 ago.Los gremios: la guerra como un paro

El martes 28 de agosto, el gremio de los comerciantes, dirigido por Rafael Cumsille, anunció su adhesión al paro de los camioneros, que encabezaba el vehemente León Vilarín. El transporte completaba cinco semanas en huelga y se vislumbraba un escenario aún más duro que el de la paralización de octubre de 1972. Ese día, por primera vez, durante el juramento de los nuevos ministros, el Presidente Allende mencionó una posibilidad dramática: “No dudaría un momento en renunciar si los trabajadores, los campesinos, los técnicos y profesionales, los partidos de la Unidad Popular, así me lo demandaran o sugirieran”.

Carlos Prats

30 ago.Los estudiantes: los dueños de las calles

El 29 de agosto, las federaciones de estudiantes de la Universidad Católica de Chile y de la Universidad Católica de Valparaíso, ambas controladas por el movimiento gremial, publicaron un documento titulado “Hacia una nueva institucionalidad a través de la renuncia de Allende”. Como todos los textos de ese grupo en esos años, había sido revisado por Jaime Guzmán. Declaraba que “sólo bajo la dirección unitaria de nuestras Fuerzas Armadas, Chile puede reunir a sus mejores hombres en la misión de proponer la nueva institucionalidad que el país necesita para restablecer su democracia”.

31 ago.La Armada: el primer golpe

El jueves 30 de agosto de 1973, el vicealmirante José Toribio Merino, jefe y juez de la Primera Zona Naval, pidió a la Corte de Apelaciones la suspensión de los fueros parlamentarios del senador Carlos Altamirano y el diputado Oscar Guillermo Garretón, bajo el cargo de “intento de subversión” en la Escuadra.

1 sept.El Mapu: la división salvaje

El viernes 31 de agosto de 1973, la petición del vicealmirante Merino a la Corte de Apelaciones de Valparaíso para desaforar al senador Altamirano y al diputado Garretón se trasladó a la Corte Suprema. La acusación eran las reuniones con suboficiales de la Armada que querían denunciar una conspiración contra el gobierno y tomarse la Escuadra. Garretón informó al Presidente Allende, que ya lo sabía y no le dio gran importancia.

gustavo leigh

2 sept.Cuba: el mojito revolucionario

Cuba siguió el proceso chileno minuto a minuto. Era el gobierno con mejor y más detallada información acerca de la UP. Además de los 119 miembros de su embajada, tenía el canal privilegiado de Beatriz, hija del Presidente, que se había casado con el cubano Luis Fernández Oña. Las Tropas Especiales del Ministerio del Interior habían ayudado a organizar la seguridad de Allende y dirigido la de Fidel Castro durante su visita de 1971. El jefe del Departamento América del PC cubano, Manuel Piñeiro, estuvo varias veces en Chile y se mantuvo siempre al día en la evolución de los hechos.

3 sept.Carabineros: la táctica Yovane

Ningún carabinero, de ningún rango, fue tan activo para incorporar a la policía militarizada en la lógica del golpe militar como el general Arturo Yovane. Contaba con una ventaja estratégica: la confianza del Presidente Allende en la lealtad de Carabineros como un cuerpo que, situado en la frontera del mundo castrense y el civil, familiarizado con la pobreza y todas sus secuelas colectivas, actuaría en una crisis de lado del gobierno, como lo había demostrado la Guardia de Palacio durante el “tancazo” del 29 de junio.

4 sept.El “poder popular”: cordones y comandos

“Usted no se ha apoyado en las masas”, le escribieron a Allende el 5 de septiembre la Coordinadora Provincial de Cordones Industriales, el Comando Provincial de Abastecimiento Directo y el Frente Unico de Trabajadores en Conflicto. Expresaban su alarma por hechos que conducirían “no sólo a la liquidación del proceso revolucionario chileno, sino, a corto plazo, a un régimen fascista del corte más implacable y criminal” y le pedían ponerse a la cabeza del “poder popular”, un “ejército sin armas, pero poderoso en cuanto conciencia”, y la aplicación de medidas para evitar “la pérdida de vidas de miles y miles de lo mejor de la clase obrera chilena y latinoamericana”.

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5 sept.Los radicales: partidos en tres

El 4 de septiembre, la sede central del Partido Radical fue incendiada por manos anónimas. En las horas siguientes, circuló por Santiago el rumor de que el PR había decidido retirarse del gobierno de Allende. Sin embargo, era una versión totalmente infundada: mientras estuvieran en la dirección del PR algunos de los más fieles allendistas, como Hugo Miranda, Anselmo Sule, Aníbal Palma, Orlando Cantuarias, Edgardo Enríquez y otros, el PR nunca abandonaría al Presidente.

6 sept.Economía: tres días de harina

Su dramático anuncio del jueves 6 de septiembre de 1973, cinco días antes del golpe militar, de que casi no quedaba harina en el país pasó a la historia, pero el Presidente Allende en realidad quería informar de una crisis que, según creía, evolucionaba favorablemente. Eligió una actividad de la Secretaría de la Mujer para informar del desabastecimiento más crítico posible, en un país donde el pan constituye un producto de primerísima necesidad.

7 sept.El MIR: la vía de la insurrección

En el último fin de semana de la UP, para el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) era claro que todo estaba perdido. Como otros dirigentes, Andrés Pascal estaba hastiado de pasar noches acuartelado esperando el golpe. El diagnóstico final señalaba que habría un “golpe blando” o, si había plebiscito, Allende lo iba a perder. “Fue una incomprensión nuestra, porque hubo dos golpes. Uno, el de las clases dominantes para volver a imponer el orden. Otro, poco tiempo después, el de los que instalaron un nuevo modelo para resolver la crisis de desarrollo”, afirma.

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8 sept.El API: la pieza pequeña

La actuación más importante del más pequeño de los partidos de la UP, Acción Popular Independiente, tuvo lugar en la dramática jornada del sábado 8 de septiembre, cuando los partidos de gobierno se reunieron en La Moneda para analizar la propuesta del Presidente Allende de convocar a un plebiscito para salir de la crisis. La aprobaron Luis Corvalán y Orlando Millas, del PC; Jaime Gazmuri, del Mapu-OC; y Anselmo Sule, del PR. La rechazó Bosco Parra, de la IC. Entonces habló el ex senador, presidente y líder indiscutido del API, Rafael Tarud. Dijo que por información de fuentes militares sabía que se preparaba un golpe militar que sería especialmente cruento.

9 sept.El PC: Stalin contra Trotsky

El domingo 9 de septiembre, Allende recibió en su casa a tres miembros de la comisión política del Partido Comunista, Luis Corvalán, Víctor Díaz y Orlando Millas, para decirles que creía inminente un golpe militar. No tendría la posibilidad de instalarse en algún regimiento, lo que evaluó con el general (R) Carlos Prats, porque los oficiales leales con mando de tropas ya no las controlaban.

10 sept.La Izquierda Cristiana: el espejo quebrado

El lunes 10 de septiembre, un grupo de 60 pobladores del MPR (uno de los frentes del MIR, dirigido por Víctor Toro) se tomó el Ministerio de Vivienda. El ministro Pedro Felipe Ramírez, representante de la Izquierda Cristiana (IC) en el gabinete, se reunió con ellos para resolver el conflicto. Cerca del mediodía, les dijo que debía asistir a un consejo de gabinete en La Moneda citado por Allende para las 12.

DC y gob 03-08-73

11 sept.El plebiscito: la última hoguera

Con fuentes de primera mano, el sábado 8 de septiembre la CIA informó a Washington que “varios acontecimientos” podrían frenar el golpe previsto para el lunes 10. Por el prestigio que tenía entre sus subordinados, Merino era capaz de convencer a los golpistas que esperaran algunos días si Allende llamaba a un plebiscito o anunciaba la formación de un gabinete integrado únicamente por uniformados. Para desactivar la amenaza de intervención militar, el Presidente tendría que adoptar medidas el sábado o domingo, porque después podría ser muy tarde e incluso era posible que las concesiones que hubiese querido hacer carecieran de importancia.

Créditos

Investigación y textos

  • Ascanio Cavallo
  • Manuel Délano
  • Bárbara Fuentes
  • Karen Trajtemberg

Coordinación

  • Paula Susacasa

Narración historias

  • Francisco Aravena

Coordinación especial LT

  • Ignacio Bazán

Periodista LT

  • Rosario Gallardo

Dirección de arte LT

  • Patricia Holmqvist

Diseño LT

  • Patricia Holmqvist
  • Catalina Naranjo

Desarrollo LT

  • Álex Acuña Viera

Archivos

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