En La Pintana, Isidora vive el fútbol como una escuela de valores y compañerismo.
Isidora Vargas (6) considera que estas prácticas son una forma de vida en la que aprende valores, desarrolla empatía y, sobre todo, encuentra la felicidad. La Escuela de Fundación Luksic ha sido clave en su camino y le ha otorgado herramientas que le han permitido crecer como jugadora, pero también como persona.
"La Isi futbolista es buena compañera y empática", dice alegremente la menor, y añade: "siempre que alguien me pide ayuda, lo ayudo... Si me piden 'cómo se hace esto', yo lo ayudo en todo". Su capacidad para ponerse en el lugar del otro es una de las características que más destaca en su entorno, lo que ha aprendido y reforzado gracias al trabajo en equipo.
"Esto me provoca felicidad y motivación", explica con seguridad. En la escuela, dice, le han enseñado precisamente eso: ser buena compañera y ponerse en el lugar del otro. Su pasión, recuerda, nace de cuando era más pequeña. "Mi papá ponía los partidos y, cuando me llevaron a ver a Ronaldinho, me apasionó y gustó", rememora Isidora con entusiasmo.
En la cancha, la "Isi" juega como mediocampista central, un puesto que ella describe como "crear juegos para que los delanteros puedan hacer los goles". Su posición no solo deja en claro su talento, sino también una clara disposición para construir en conjunto y apoyar a sus pares.
Para su madre, Verónica Blanco, el impacto de la Escuela va más allá de lo deportivo. De los cambios que ha tenido desde que forma parte de la academia, destaca el respeto por sus pares. "Los profesores inculcan mucho eso, el respetar al prójimo... Por eso la Isidora dice 'la empatía', porque siempre se pone en el lugar del otro y creo que los niños en la escuela lo hacen", resalta.
Además, destaca también la importancia que tienen las propias familias en este proceso. "Tenemos que darnos el tiempo... No es mucho el que tengo, pero me los doy todos", sincera con gracia. "A mí me encanta el fútbol, que los chiquillos jueguen a la pelota: el fútbol es para todos", añade.
La de Isidora es una historia que sirve como recordatorio: estas actividades pueden ser una herramienta poderosa, que enseña valores esenciales, ayuda a formar vínculos y fomenta el desarrollo integral desde temprana edad.