Desde Independencia, Rafael encuentra en el fútbol un lugar de camaradería y crecimiento personal.
Rafael Burrott (9) dice que no es solo un deporte o un pasatiempo, sino un lugar en el que puede ser él mismo, compartir con sus amigos y perseguir sus sueños. Para él, la práctica es sinónimo de diversión, trabajo en equipo y de cumplir metas claras que se construyen día a día.
"Elegí el fútbol porque me gusta correr, meter goles y más regatear y dar pases", sincera ávido el menor. Lo que más le gusta y ha encontrado en el deporte, es jugar en equipo. "Meter goles es divertido", dice con entusiasmo. Su conexión con el balón se refleja en cada entrenamiento y partido, en los que disfruta tanto de los goles como de la camaradería que encuentra en sus pares.
Rafael describe su experiencia como una mezcla de emoción y alegría. "La meta es ganar siempre", asegura con una gran sonrisa. Además de eso, destaca sus momentos favoritos de los entrenamientos: estar con sus amigos, hablar de los partidos y practicar. "Cuando estoy jugando, me siento feliz", complementa.
Para su padre, Sebastián Burrott, esta actividad ha tenido un impacto muy importante en la confianza y el bienestar de Rafael. "El ambiente, desde que llegó el primer día, se sintió distinto... Se sintió con confianza", sugiere el apoderado, con respecto al lugar seguro que encontró su hijo. "Lo recibieron de buena forma, porque ya habían niños que llevan tiempo jugando, es como que entró en su ambiente", destaca.
Sebastián Burrott menciona también el rol que cumple la Escuela de la Fundación Luksic en el desarrollo personal y familiar, más allá de la cancha. "Hemos participado en talleres de Parentalidad Positiva, en los que nos han dado tips de crianza... Entonces, igual ha sido bueno, porque no son conceptos, sino cosas cotidianas", plantea el padre del menor. "Creo que los sueños grandes se construyen siempre de sueños pequeños que uno cumple día a día", dice.
Rafael, con su energía y aventuras, resalta cómo estas actividades pueden convertirse en un espacio de crecimiento personal y humano, donde las metas no solo están en ganar un partido, sino también amigos y disfrutar del proceso. Con el apoyo de su familia y el entorno positivo de la Escuela, el menor sigue persiguiendo sus sueños, demostrando que el camino al éxito está lleno de pequeños logros, pero grandes momentos de alegría en compañía.