Texto: Carla Pía Ruiz Pereira.
El cumpleaños número 10 del hijo de Maite Artiagoitía (51) fue especial. Los globos, la piñata
de colores, los dulces y todo el cotillón de la celebración quedaron atrás. Decidieron hacer algo
distinto.
–Vamos a ir a caminar por el bosque, pero de noche –recuerda que le dijo a Iñaki, su hijo.
Se rompía así la tradición de jugar un partido de fútbol a modo de celebración. 15 niños,
incluido el cumpleañero, Artiagoitía y un papá llegaron al parque. Un guía les mostraba los árboles,
la fauna y los insectos. Los más valientes incluso tocaron una araña pollito.
El recorrido fue un éxito.
13 años después, Maite Artiagoitía, ya no una visitante en un día de cumpleaños.
Ahora es la directora del Parque Alessandri. Además, está a cargo del Museo Artequin y es
coordinadora del área de cultura de Fundación CMPC. La caminata que realizó hace varios años
junto a su hijo se convirtió en su trabajo. Entre proyectos, presupuestos, informes y planificación
de actividades, también sus tareas, junto a su equipo, incluyen mejorar senderos, velar por el cuidado
de los árboles y el bienestar de los animales que habitan el lugar. Maite Artiagoitía se transformó
en la cuidadora del parque.
Entre medio de araucarias, canelos y lengas, casi como si estuviera camuflado, hay un edificio de madera. Al interior hay varios espacios, entre ellos el que ocupa Artiagoitía. Por los ventanales se puede observar el intenso verde de los árboles, que conforman un mini bosque. Los colores de sus hojas van marcando las estaciones del año. Es primavera y también se ven copihues. Y lo que no se ve, se escucha: el trinar de los pájaros, como el chucao. Es la oficina de Maite Artiagoitía. La oficina más verde.
Aunque esta profesora de física y matemáticas trabaja como directora del lugar desde 2014, el parque se fundó mucho antes. Fue en 1993 cuando CMPC decidió dedicar 11 hectáreas al cuidado del patrimonio forestal que, a su vez, son un espacio de educación, cultura y recreación. Todo absolutamente gratuito.
El pequeño reducto lleno de mañíos, coihues, copihues, arces y robles se encuentra a la altura del kilómetro 18 de la ruta 160, justo en la carretera que une Concepción con Coronel y el resto de la provincia de Arauco. Allí el verde es el color que predomina, entre extensos prados y una gran variedad de árboles. El parque está al pie de la Cordillera de Nahuelbuta y a pocos metros de la Laguna La Posada. Esta ubicación es lo que crea un lugar con vegetación tanto exótica como nativa.
El parque se divide en varias partes, tanto dentro de su edificio principal como fuera hay espacios significativos. Por ejemplo, la sala del árbol, ubicada en el interior, en donde se explica de forma interactiva el ciclo productivo de la madera, la celulosa y el papel. Mientras, afuera, existe una zona diseñada por paisajistas y rodeada de árboles que ya tienen 25 años, donde se puede pasear, descansar e incluso hacer picnic. Además, este espacio es muy cómodo para las personas con movilidad reducida. Quienes van al parque en silla de ruedas, por ejemplo, pueden andar libremente por esa zona.
Pero el bosque no es solo para mirarlo. Dentro del parque existen senderos para hacer trekking en medio de vegetación nativa tipo valdiviano. Hay recorridos que combinan conocimiento con actividad física y también senderos educativos.
Además, están las caminatas nocturnas que se realizan en invierno. El frío, la humedad o a veces la lluvia dan una ambientación especial a la actividad. Los sentidos experimentan otras sensaciones. Se puede oler el bosque, escucharlo. El recorrido se hace hasta con 35 personas, acompañados de dos guías. El momento cúlmine del paseo es cuando se pide apagar todas las linternas. Una parte del trayecto se hace sin luz, lo que permite adaptar el cuerpo a la oscuridad e incluso hacer una parada especial para ver las estrellas.
Si bien el bosque es el protagonista del parque, los animales también son un atractivo. Hay una pequeña población de llamas, pudúes y ciervos. También en el parque se puede encontrar una pajarera que alberga loros chilenos: choroy, tricahue y cachaña. Y los chucaos, un ave endémica de los bosques del sur de Chile. Todos los que han caminado por el bosque lo han escuchado alguna vez. Maite Artiagoitía también.
–Es un pajarito bien especial. Tiene un canto muy fuerte a pesar de lo pequeño y tímido que es, porque es muy difícil de ver –dice.
El parque se ha consolidado como un atractivo turístico de la región y también a nivel nacional. Aunque su nombre no sea tan conocido, los números lo demuestran. En los 25 años que el parque lleva funcionando, ha recibido a más de 2,7 millones de personas. Es más: de acuerdo a cifras de 2018, después de las Torres del Paine, del Parque Vicente Pérez Rosales (donde están los Saltos del Petrohué) y la Reserva Nacional Los Flamencos, en San Pedro de Atacama, el Parque Alessandri es el cuarto parque más visitado de Chile.
¿Cómo un parque casi desconocido es tan popular? Es un pequeño secreto verde que tiene la ventaja de estar muy cerca del polo urbano Concepción-Talcahuano-Coronel. No hay que hacer grandes desplazamientos para llegar o invertir grandes sumas de dinero como sí lo supondría un gran viaje. Está a la mano y al alcance de todos.
Y están, también, una de sus principales actividades, que año a año, reúne a cientos de personas: las charlas científicas.
En el anfiteatro del Parque Alessandri se realizan los sábados culturales, durante enero y febrero. Dentro de esos panoramas, están las charlas científicas y, también, la noche de observación astronómica. El evento se realiza tan solo una vez al año, en verano, y asisten más de 1.000 personas.
Organizado en conjunto con la Universidad de Concepción, el evento parte con la exposición de un científico, charla que alguna vez tuvo como protagonista al astrónomo José Maza. Luego, viene la parte práctica. La universidad y quienes asisten llevan sus telescopios y los instalan en la explanada central del anfiteatro. Cada participante, guiado por un monitor, puede ver las estrellas y constelaciones.
Aunque la verdadera sorpresa no está en el cielo, sino que en el bosque mismo.
El espectáculo se da a pasos del anfiteatro, justo a la orilla del bosque y los cerros. Pasadas las ocho de la noche, cuando empieza a atardecer, algo se empieza a iluminar por debajo de los helechos. Poca gente sabe que, en realidad, son escarabajos y que existen unas 2.000 especies distintas. Pocos saben que el brillo que emiten es debido a que cuando absorben oxígeno, este se combina dentro de células especiales con una sustancia llamada luciferina, que reacciona produciendo luz. Y aunque todos han tenido oportunidad de verlas al menos por fotos o en la televisión, son pocos los que, antes de asistir a este espectáculo en el Parque Alessandri, pensaban que realmente existían. Son las hadas del bosque, los bichos de luz: las luciérnagas.
–Muchas personas nos dicen “pensé que en Chile no existían, que de verdad no era tanta luz la que emitían”. El avistamiento de luciérnagas en el parque se logra ver solo en esa actividad y una vez al año. Es realmente bonito –dice Maite Artiagoitía.