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Grabado entre Berkshire y Oxfordshire, Disintegration apareció en el Reino Unido un 2 de mayo de 1989 con una atmósfera completamente desolada. El octavo trabajo de estudio y obra maestra de The Cure, incluyó doce temas y cuatro sencillos, donde destacaron los tintes góticos de “Lovesong” y “Pictures of you”.

Este especial de Culto revisa las historias que rodearon la grabación y edición del disco, y algunos detalles junto al productor Dave Allen, el diseñador Andy Vella y el ex tecladista de la banda Lol Tolhurst.

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Historias de la obra cumbre de The Cure

Disintegration, el octavo álbum de estudio de la banda inglesa tuvo de todo, desde un regreso a las raíces, un matrimonio, la expulsión de un integrante y hasta un incendio.

Por Pablo Retamal Navarro

Hacia 1988, Robert Smith estaba preocupado. Pese a que su banda The Cure estaba posicionada como un conjunto referente a nivel mundial tras su LP, Kiss me, Kiss me, Kiss me (1987), el líder del grupo aún sentía que a su trayectoria le hacía falta una obra maestra. Esa sensación no lo abandonaba.

Más aún, el 21 de abril de ese año, Smith celebró su cumpleaños número 29, y la situación solo lo entristeció. “Quería terminarlo todo antes de cumplir los 30 años. [Luego], el día después de cumplir los 29 años, me di cuenta de que el próximo cumpleaños cumpliría 30 años. Es como una paradoja. Creo que cuanto más joven eres, más te preocupas por envejecer”, dice el guitarrista en el libro Never enough, del escritor Jeff Apter.

Smith sentía que todos los grandes ídolos del rock habían concretado sus discos más importantes antes de la tercera década, por lo que el plazo se le acortaba. Incluso, según la mencionada publicación, llevado por la pena y la inseguridad, Smith se juramentó que a los 30 años no seguiría en The Cure.

Pero había trabajo por hacer. Con el fin de grabar su “obra maestra”, Smith comenzó a componer un puñado de canciones. No estaba seguro si acaso estarían bajo la etiqueta de The Cure, pero sus dudas se disiparon cuando reunió al conjunto en la casa del baterista Boris Williams para que todos escucharan los demos en que había laborado. “Las sesiones de los demos fueron muy, muy divertidas, brillantes”, recordó Smith en Never enough, y así también fue para el resto del grupo.

El próximo disco sería con The Cure.

The Cure en Brasil en 1987. Ese año la banda hizo ocho presentaciones en el país sudamericano. Foto: Michael Putland.

Desde The top (1984) y sobre todo con The head on the door(1985), el grupo había ido hacia una línea mucho más pop, pero esta vez, dada la crisis personal por la que atravesaba, Smith definió el sonido del nuevo elepé como una vuelta a los discos más oscuros y góticos de la agrupación, vale decir Seventeen seconds (1980), Faith (1981) y Pornography (1982).

Sin embargo, no fue tarea tan fácil convencer al resto para que retornara al antiguo sonido. Con los trabajos más pop venían de obtener buenas ventas, con discos de oro y platino e incluso el single “Just like heaven” se metió dentro del top 40 del ranking Billboard, de Estados Unidos, siendo su sencillo más exitoso en el gigante norteamericano.

“Los otros pensaron que perdí la cabeza. Todavía estaban atrapados con la idea de que nos estábamos convirtiendo en una banda realmente famosa, y no estaban entendiendo que la música que quería hacer era increíblemente malhumorada y desanimada”, señala Smith en Never enough. “Todos esperaban que escribiera canciones que iban a hacer una continuación de ‘Just like heaven’. Pensaron que íbamos a mantener las cosas ligeras e inflables con un poco de pesimismo ocasional, pero hicimos lo contrario “, agrega.

Finalmente, el líder se salió con la suya, y así, a mediados de octubre de 1988, comenzaron las sesiones de grabación junto a su ya clásico productor, Dave Allen, en el Outside Studio, ubicado en Reading, Inglaterra. Se trataba de una vieja casona que fue acondicionada como un estudio de grabación y que se puede apreciar en el videoclip de la canción “Ouija Board”, de Morrissey.

La alineación que ingresó a registrar el nuevo elepé fue la siguiente: Robert Smith (voz, guitarra), Simon Gallup (bajo), Porl Thompson (guitarra), Boris Williams (batería y percusiones), Lol Tolhurst (teclados), y un nuevo integrante, el también tecladista Roger O’Donell. Sí, dos tecladistas.

La inclusión de este último no era casual, su llegada fue solicitada por Robert Smith y los hechos que se sucedieron terminarían por ratificarla.

Simon Gallup, Boris Williams, Robert Smith, Porl Thompson y Lol Tolhurst. Goto: Dave Hogan.

La primera canción que se trabajó para el nuevo álbum, curiosamente no fue hecha para este. “Lovesong”, fue pensada por Robert Smith como un regalo de bodas para Mary Poole, su flamante esposa, con quien contrajo matrimonio el 13 de agosto de 1988.

“No pude pensar en qué darle, así que le escribí esa canción: barata y alegre. Ella habría preferido los diamantes, creo, pero podría mirar hacia atrás y alegrarse de haberle dado eso “, cuenta el cantante en el libro de Apter.

En la boda estuvo gran parte del grupo. Como padrino las ofició el bajista Simon Gallup, y el mismo Smith fue el DJ de la fiesta posterior.

Sin embargo, “Lovesong”, tenía un espíritu muy diferente al del resto del material que estaban trabajando.

Durante las grabaciones del álbum, un incendio afectó la habitación donde Robert Smith se estaba alojando. Específicamente, un calentador instalado en la pieza se prendió y calcinó todas las letras que el líder había compuesto. Esa es, en gran parte una leyenda que rodea la grabación de Disintegration.

El tecladista Roger O'Donnell. Foto: C Brandon.

Sin embargo, en su sitio web, el tecladista Roger O’Donell aporta nuevos antecedentes, que desmentirían esta leyenda. “Dos fuentes me han dicho que una bolsa de cuero con letras y fotos fue guardada junto con la mayoría de las otras cosas. ¡Nada se perdió! Cree lo que quieras, estuve allí y sigo sin saber la verdad o, más bien, la verdad se perdió con el paso de los años”.

Incluso añade: “Parece que la verdad es que Dave Allen logró entrar en la habitación por su cuenta y guardar el bolso de cuero de las letras, hubo un daño cosmético en la habitación que se redecoró al final de las sesiones. ¡Todo el tiempo pensé que se habían perdido todas!”.

Laurence “Lol” Tolhurst no solo era el entonces tecladista de The Cure, también uno de los mejores amigos de Robert Smith desde la infancia. Ambos, se habían conocido el primer día en que ingresaron a la escuela, y desde ahí habían permanecido unidos. Tolhurst fue uno de los fundadores de la banda, en un principio tocaba la batería, pero ya en The Top pasó a los teclados. Incluso, en ese elepé, el grupo oficialmente solo eran él y Robert Smith.

Lol Tolhurst y Robert Smith. Foto: Fin Costello.

Sin embargo, hacia mediados de la década de los 80’s, Tolhurst comenzó a tener serios problemas con el alcohol, los cuales hicieron que en la gira del disco Kiss me, Kiss me, Kiss me la banda tuviese que recurrir a Roger O’Donell, miembro de The psychedelic furs, como apoyo.

En su sitio web, O’Donell cuenta cómo se dio su llegada al grupo, primero como colaborador, pero luego como integrante definitivo. “Todo lo que sabía sobre The Cure era que uno de mis mejores amigos era el baterista Boris Williams. Cuando se habló de agregar un tecladista, me preguntó si estaba interesado e inicialmente no lo estaba hasta que escuché el Kiss me, Kiss me, Kiss me y me di cuenta de lo increíble que era esta banda, ¡aparte de todo el pelo extraño y el maquillaje! Después de aproximadamente una semana de la gira, en una habitación de hotel sentado en el piso junto a Robert, me dijo: ‘Quiero que seas parte del grupo, quiero que toques en el próximo disco y seas miembro de The Cure’”.

La entrada de O’Donell estaba de algún modo anticipándose a un problema que terminó por hacerse evidente durante las sesiones de grabación en Reading. Tolhurst ya no estaba en condiciones de tocar los teclados en The Cure debido a su alcoholismo. Esto comenzó a traer problemas con el resto de los miembros del grupo. Pero no era todo, ya que según se cuenta en Never enough, Robert Smith comenzó a agotar con su perfeccionismo a sus compañeros, pero Lol Tolhurst simplemente se encogía de hombros y seguía bebiendo.

Roger O'Donnell y Robert Smith. Foto: Mat Hayward.

Sobre esta situación, en el citado libro, Tolhurst admite: “Hasta mi último par de años en el grupo, The Cure fue toda mi vida, toda mi existencia. Hacia el final me enfermé y eso destruyó muchas cosas. Antes de eso puse todo lo que tenía”.

Así, la banda comenzó a tratar de mala manera al cofundador del grupo. “La situación es indescriptible, fue el bullying en su peor momento y me da miedo decir que formé parte de ello. Lo siento mucho por la parte que hice en todo, pero fue una parte tan arraigada de la cultura de la banda que fue muy difícil no involucrarme”, narra en su sitio Roger O’Donell.

“Haciendo el álbum Disintegration, solía desesperarme y gritar a los demás porque era jodidamente demente la forma en que lo tratábamos”, relata Robert Smith en Never enough.

En el mismo libro, Apter señala que el objetivo que tenía el bullying contra Tolhurst era “obtener algún tipo de reacción”. Según Smith, “la única forma en que pudimos comunicarnos que se estaba convirtiendo en una parodia completa de sí mismo era golpearlo. No sabía quién era él y tampoco sabía quién era él”.

Sin embargo, para el resto del grupo, la situación se volvió insostenible, y en un acto de presión, le impusieron un ultimátum al líder: o expulsaba a Tolhurst, o todos se irían. Si querían hacer un disco tan bueno como pensaba Smith, su obra cumbre, no podían tener en la banda a alguien que sencillamente no podía tocar.

No obstante, este no era el único factor que tenía descontento a los miembros del conjunto con Toluhurst. Según consta en Never enough, Tolhurst recibía una regalía mayor en derechos que todo el resto, a excepción de Smith, a pesar de su contribución limitada. “Hasta el nuevo trato [de 1986] con Polydor era 50/50, Robert y yo. Y en el camino todos estos muchachos se unieron a la banda y fueron tratados muy bien, pero su porcentaje fue menor que el mío. Me verían viviendo la vida de Riley y siendo este tipo loco. Entiendo su frustración “, explica Tolhurst en el libro.

Smith, a su manera, procedió a notificar a su amigo mediante una carta. “En la reflexión, la carta fue bastante agradable. Dijo: ‘No soy solo yo, todos sentimos lo mismo y no levantamos una pared, pero creo que deberías mejorar y no creo que debas ir a la próxima gira’. Eso fue como un trapo rojo para un toro para mí. Lo llamé y se hizo inasequible; Tuve que hablar con Mary por un rato “, cuenta Tolhurst en la citada obra.

En febrero de 1989, la banda confirmó oficialmente el despido de Tolhurst, y Robert Smith realizó unas duras declaraciones a los medios: “Yo era amigo de él, pero nunca fui realmente, muy cercano”.

“Creo que es bastante común saber cómo fue tratado Lol en esos días, muy mal. Tampoco soy inocente, pero tampoco él se hizo ningún favor, estaba borracho la mayor parte del tiempo y cuando trataba de mantenerse sobrio, haríamos todo lo posible para que volviera a emborracharnos. Apenas tocó nada en el disco y creo que algunas de las cosas que hizo tocar, tuve que volver a tocar cuando no estaba allí. Fue muy triste mirar hacia atrás de la forma en que fue víctima, pero fue algo gracioso en ese momento, ¿o no?”, narra Roger O’Donell en su blog.

Simon Gallup y Roger O'Donnell. Foto: C Flanigan.

Pese a todo, Tolhusrt alcanzó a dejar una composición para el disco, se trata del penúltimo track, “Homesick”. El tecladista dejó hecha la secuencia de acordes, y fueron finalmente el bajista Simon Gallup y Roger O’Donell quienes la arreglaron. “Básicamente la reescribimos una noche de borrachera. Las partes de piano y bajo fueron improvisadas por completo, lo que dificultó la recreación en el estudio, no creo que haya sido tan buena como la primera vez que tocamos, pero estuvo cerca”, cuenta O’Donell en su sitio.

Dave Allen produjo el disco, y su trabajo fue muy valorado por Smith “(Dave) tuvo una gran influencia en todo y Robert respetó sus opiniones ya que nunca ha respetado a nadie desde entonces. Dave es una fuerza creativa muy inteligente y realmente disfruté trabajando con él. Dave jugó un papel decisivo en el sonido de The Cure y creo que su influencia se ha perdido enormemente desde entonces”, señala Roger O’Donell en su citada web.

El primer single fue “Lullaby” (en español, “canción de cuna”) que se basa en una de las pesadillas de Robert Smith. “Ese es el tipo de canción de cuna que mi padre solía cantar cuando era más joven. Él solía cantarlas. Siempre hubo un final horrible. Habría algo como: ‘Duerme ahora, bonito bebé’ [seguido de] ‘O no te despertarás en absoluto’ ”, cuenta Smith en Never enough. El video correspondiente fue realizado por Tim Pope, en Londres.

Además de “Homesick”, compuesta por Tolhurst, otros integrantes de la banda también colaboraron con composiciones. Es el caso de Simon Gallup, quien creó la música de “The same deep water as you” y “Untitled”, el track que cierra el elepé. “Simon escribió esta canción y las partes del teclado simplemente las toqué, Simon es muy bueno escribiendo partes del teclado y yo bueno en las partes de bajo, ja, ¿quizás deberíamos intercambiar?”, dice O’Donell en su website.

El mismo tecladista hizo un aporte con una canción que finalmente no quedó en el álbum, titulada “Fear of ghosts”, sin embargo, se le puede escuchar en la edición deluxe del LP, que trae tomas descartadas y canciones no incluidas.

Por supuesto, Robert Smith eligió las canciones y el orden en que irían. Roger O’Donell confiesa en su blog que hubo un tema que solo el líder quería incluir dentro del tracklist final. “No creo que a nadie le gustara ‘Lovesong’ y estábamos molestos”. En la versión original del vinilo, no venían incluidas “Last Dance“ ni “Homesick”, pero sí estaban en las ediciones de CD y cassette.

El álbum salió a la venta el 2 de mayo de 1989, y obtuvo discos de oro en Reino Unido, Suiza, Italia, Francia (doble disco de oro) y Alemania. En Estados Unidos, lograron doble disco de platino por las 2 millones de copias vendidas y quedaron en el puesto 12 del ranking Billboard.

Sin embargo, este éxito comercial no necesariamente se tradujo en buenas críticas. En Inglaterra, los medios especializados en música no aprobaron el largaduración. Chris Roberts, de la revista Melody Maker no tuvo piedad: “The Cure expresan con Disintegration vulnerabilidad e insipidez espiritual, energizándola con autenticidad”.

“La desintegración es tan divertida como perder una extremidad. ¿Cómo puede un grupo tan perturbador y deprimente ser tan popular? ¡Seguramente no está permitido! ¿No tienes que ponerte los sombreros de la fiesta y golpear el puño en el aire (enrojecido con esperanza, positividad y otras cosas tan pasajeras) para llegar a las masas en estos días? La apelación perdurable de The Cure es confusa”, agregó.

Por su parte, Tom Doyle, del Smash hits, indicó: “A diferencia del otro LP de The Cure, este es un disco muy relajante que probablemente sea más apropiado para escuchar cuando el mundo te está pudriendo en lugar de sacar a tu fiesta de una estrella alegre”.

Barbara Ellen, del New Musical Express, tituló su reseña “Cuando el amor se rompe” y en ella manifestó su decepción por el nuevo disco: “Pensé que, pasara lo que pasara, lo que se desintegrara, podía manejarlo. Que mi “núcleo y todo” devorando los pasados álbumes de The Cure, más el indecente y susurro de ‘Lullaby’, me había preparado adecuadamente para lo que estaba por venir”.

La carátula de Disintegration.

“Una desintegración que llega a lo extraño como algo tan completo, tan doloroso, tan innoble, se deja temer por el estado mental actual de Smith, seguramente una psique destrozada tan profundamente solo podría ser un resumen como un mosaico… Disintegration muestra que The Cure están de vuelta en una forma increíblemente miserable. La diversión está en cómo eliges recoger las piezas”, añadió.

Al otro lado del Atlántico, la crítica fue más benévola. Michael Azerrad, de la revista Rolling Stone, destacó la idea de volver a los orígenes oscuros: “Los álbumes de principios de los años ochenta de The Cure, Faith y Pornography consolidaron firmemente la reputación del líder Robert Smith como el principal profeta de la oscuridad del rock…es emblemático el hecho de que si bien Disintegration no abre nuevos caminos para la banda, redefine con éxito lo que The Cure hace mejor. Incluso si su trabajo ya no tiene el valor de choque que una vez tuvo, Smith finalmente ha logrado que las cosas sean inequívocas, completamente y completamente correctas”.

“Una nota le dice al oyente: ‘Esta música se ha mezclado para que se escuche con volumen alto, así que súbalo’. A un volumen bajo, las sutilezas del disco podrían mezclarse con la madera; a un volumen alto, estás atrapado sin poder hacer nada”.

“A pesar del título, Disintegration está muy bien unido, creando y manteniendo un estado de ánimo completamente desolado. Si, como Smith insinuó, The Cure mismo está a punto de desintegrarse, esta es una conclusión digna”.

David M. Allen, productor de las placas superventas de Robert Smith: “La música de The Cure te apoya y está contigo cuando te sientes miserable y deprimido, y eso ha salvado a mucha gente”

Por Nuno Veloso

Desde The top (1984) a Wish (1992), pasando por The head on the door (1985) —el disco que les abrió las puertas del mainstream— a Kiss me kiss me kiss me (1987) —el superventas que los trajo por primera vez a Sudamérica— y el titánico Disintegration (1989) —la coronación de su impronta más densa y asfixiante— hay un nombre que se repite en la historia de The Cure: David M. Allen, el productor de cada una de estas joyas de su discografía, sucedidas una tras otra, sin respiro.

Luego del tormentoso Pornography, que terminó con la desintegración del trío Smith/Gallup/Tolhurst, The Cure quedó reducido a dúo y editó una serie de singles de corte pop. Fue para mezclar Lovecats que llegó David M. Allen a la historia de la banda, y forjaría una alianza con Smith que tendría como frutos su etapa más exitosa: el Cure imperial.

“Cuando eres parte de algo, en el momento mismo no te das cuenta de que lo eres. Es bueno mirar hacia atrás y pensar en estas cosas. Cuando estás ahí mismo, solo estás viviendo tu vida, tratando de hacer lo mejor que puedes y de hacer que las cosas funcionen, armar algo distinto a lo que habías hecho antes. Es agradable que la gente vea con buenos ojos esa etapa de la banda. Era una combinación de gente con excelente química, en un buen lugar, en un buen momento creativo de sus vidas, y fui afortunado de ser parte de eso”, cuenta en exclusiva al teléfono para Culto desde Reino Unido.

El productor musical británico Dave. M. Allen.

El comienzo del trabajo de David M. Allen junto a The Cure fue en la época post-Pornography (1982), cuando el trío oscuro de Smith/Gallup/Tolhurst quedó desintegrado y Smith se embarcó con Tolhurst en una serie de singles de corte pop, compilados en un extended play llamado The Walk y posteriormente, junto a otros tracks, en Japanese whispers (1983). “Cuando The Cure hicieron “The lovecats”, necesitaban alguien que mezclara y me preguntaron si podía hacerlo. Hice unas sesiones de overdubs y los grabé, pero todo como ingeniero, así fue como todo comenzó. Robert llegó después y me dijo que no le había gustado el automatic double tracking en la voz, así que lo sacamos y nos llevamos muy bien después de eso. Aquella fue la génesis de todo. Ese fue un single muy exitoso y pienso que, si tienes éxito con alguien, obviamente vas a volver”.

Para 1983, Robert Smith se encontraba en medio de varios proyectos, incluyendo formar parte de Siouxsie and the Banshees por segunda vez en su vida como guitarrista en gira y en la grabación de Hyaena (1984) además del disco Blue sunshine (1983) del proyecto The Glove, junto a Steve Severin. En medio de todo, apareció The top (1984), una suerte de disco solista de Smith, donde la mayor parte del material fue interpretado por él, incorporando a Andy Anderson en batería —el hombre de las baquetas en Open de Steve Hillage— y recibiendo nuevamente al guitarrista de los primeros años de The Cure, Porl Thompson, para hacerse cargo del saxofón. “Para cuando llegó The top, él estaba con Siouxsie and the Banshees y creo que Chris Parry (el dueño de Fiction Records) quería obviamente que The Cure siguiera funcionando. Fui afortunado de que Howard Gray hiciera la grabación de las baterías y los bajos, todos grabados extraordinariamente. Yo suelo recibir crédito por como suenan ahí (en The top) y no debería tenerlo”, relata Allen.

Tras aquella placa, y con una banda en vivo que vio el retorno de Thompson a la guitarra —se trata del guitarrista más poderoso en toda la historia de la banda, quien años después participaría en la grabación de No quarter de Robert Plant y Jimmy Page— The Cure se reagrupó en una nueva alineación tras la gira respectiva, reclutando al baterista Boris Williams de Thompson Twins luego del abandono de Andy Anderson, y con Robert Smith haciendo las paces con el bajista Simon Gallup, desplazando al subrogante Phil Thornalley. La alineación sensacional, con cuatro miembros históricos más un baterista sólido como Williams, dejó a los británicos con una química que los tuvo por siete años con la cabeza en la puerta del éxito, mezclando la oscuridad de su etapa más visceral con el costado pop re-explorado por Smith en sus singles recientes, refinando para las masas el bosquejo presentado en el delirante y oblicuo The top.

Pasar de banda de culto a superestrellas del pop sin perder a los fans fue, como es de imaginar, algo extremadamente complejo. “Por supuesto, es un truco muy difícil de hacer. Creo que lo lograron porque sus canciones pop, aunque lo son, no son pop en un sentido convencional. ‘Close to me’ no lo es, si piensas en su sonido. Creo que (Smith) pudo establecer una identidad incluso en las canciones pop, ya que no suenan como lo que se hacía comúnmente en los años 80, tenían su propio tiempo”, reflexiona Allen.

Sobre la formación imperial, vislumbra que la amistad era algo esencial: “Simon y Lol estuvieron en la banda por harto tiempo antes. Porl estaba casado con la hermana de Robert y había sido parte al inicio de todo, era alguien de la familia”.

-En aquellos años, The Cure era una banda muy prolífica. El álbum Kiss me kiss me kiss me es doble y el disco que le sucedió, Disintegration, a pesar de haber sido editado originalmente con menos canciones en el vinilo original, en la versión que se lanzó en CD y en cassette superaba los 72 minutos de extensión. Eso sin contar los lados b de cada uno.

-Por supuesto, ¡ellos estaban en llamas! Robert era extremadamente creativo, y también el resto de la banda. Hay seis canciones en Kiss me kiss me kiss me que son las pistas base de Pearl y Boris, y después Robert cantó encima. “Lovesong” —en Disintegration— es de Simon, y me parece que es su hit más grande en Estados Unidos. No todo es de Robert, hay un cierto porcentaje siempre generado por otros miembros de la banda, así que creo que estás visualizando lo mejor de un grupo de gente creativa. Hablamos de un grupo que compone, no es solo Robert llegando con todas las canciones, aunque sí llega con las letras para la mayoría. Por eso The Cure es una banda, aunque todos vean que es solo Robert. The Cure no podría funcionar sin Simon, y la encarnación actual obviamente incluye a Roger O’Donnell en los teclados, que hizo un fantástico trabajo en Disintegration, programando sonidos y aterrizando la visión.

Roger O'Donnell, tecladista de The Cure, captado en Italia en 2016. Foto: Roberto Serra.

-¿Hay alguna canción de aquellos discos que, en retrospectiva, hubieras querido dejar fuera, o alguna que te arrepientes de no haber considerado?

-Me hubiera gustado incluir “A man inside my mouth” en The head on the door, pero no sé cuál podría reemplazar, es un disco muy bueno. En esos días tenías todavía la limitación de tiempo de los vinilos, ese era el formato, así que solo puedes poner una cantidad limitada de canciones. Kiss me kiss me kiss me es un disco doble, e hicieron suficientes canciones para llenar dos discos aunque haya sido editado después en un solo CD. No puedo pensar en alguna que no quedó en esos trabajos que sea más potente que las que quedaron adentro.

-El sonido de cada álbum, ¿era algo planeado con anterioridad o se iba delineando una vez terminadas las grabaciones?

-Bueno, Kiss me kiss me kiss me tiene muchas variedades de sonidos de canción a canción, y eso es algo que me gusta. Me gusta hacer cosas pesadas y otras que no lo son. Cuando salió, las reseñas decían que no tenía un estilo claro, así que cuando hicimos Disintegration decidí de un comienzo que tendría un estilo definido, independiente del tipo de canción a trabajar. Se hizo la misma aproximación a la producción en cada canción, para que cuando pusieras una de ellas supieras de inmediato que son de ese álbum, y de ese periodo de tiempo. Esa era mi idea. Obviamente, no tenía mucha idea de lo que estaba haciendo, solo quería que saliera bien, que fuera una gran pieza y que tuviera un estilo. Robert también tenía sus ideas y no creo que hayamos discutido mucho sobre eso. No recuerdo que haya sido así, porque cuando tienes a un buen productor y hay una buena relación no tienes que explicarlo todo en una gran conferencia. A veces es como obvio lo que tienes que hacer si la canción es agresiva o suave. Siempre sentí que sabía intuitivamente lo que él quería, éramos buenos compañeros.

-¿Qué piensas del carácter atemporal de aquellas grabaciones?

-Pienso que la música de The Cure no es realmente como la de nadie más. Tiene marcas de los ochentas, pero los trasciende en cierta forma por la identidad de lo que Robert hace. Es la identidad de la música y la identidad intelectual de los que temas que trata.

Para Allen, es difícil pensar en un disco favorito de todas aquellas placas producidas junto a Smith y la banda. “Me gusta la canción ‘The top’ del disco The top, me gustan todas las lentas”, dice. “Cuando estás grabando no sabes cuál va a ser el tracklist ni nada, no sabes el título tampoco. Chris Parry con Robert solían hacer la secuenciación y ver el orden, yo algo decía cuando estábamos en etapa de mezcla, pero no lo sé. Creo que mi favorito podría ser Disintegration, pero son todos…”.

Sobre el legado de la banda, piensa que la intensidad de The Cure es el secreto que ha hecho perdurar su obra: “Es algo afortunado y estoy complacido de que los discos y el trabajo perduren y la gente los siga disfrutando. Creo que la música de The Cure te apoya y está contigo cuando te sientes miserable y deprimido, y eso ha salvado a mucha gente y les ha dado fuerzas para seguir adelante. Estoy orgulloso de haber sido parte de eso. Puede sonar pretencioso, pero es por eso que pienso que la música salva vidas. Si estás deprimido no quieres escuchar algo feliz. ¡Imagínate estar muy deprimido y escuchar a Saul Williams, ándate a la mierda! ¡Yo quiero escuchar a alguien que esté tan putamente jodido y deprimido como yo!”.

Robert Smith y The Cure en la Rock & Roll Hall Of Fame Induction Ceremony de 2019. Foto: Kevin Mazur.

-¿Y qué piensas de que la inducción en el Rock and Roll Hall of Fame?

-Bueno, creo que se lo han ganado. Creo que Robert ya la hizo, él es toda una leyenda.

David, de pronto, comienza a recordar el diálogo de la entrevista que se le hizo a Smith en la alfombra roja de la ceremonia de inducción al Rock and Roll Hall of Fame, hace algunas semanas, y que terminó haciéndose viral. “¿Estás tan emocionado como yo de estar aquí? Bueno, juzgando por cómo suena, no.”, ríe. “No sé si viste el video de cuando lo entrevistan, esa respuesta captura su sentido del humor a la perfección”.

Andy Vella, diseñador de las portadas de The Cure: “Asusta pensar que Disintegration tenga 30 años”

Por Nuno Veloso

Andy Vella, desde pequeño, siempre quiso diseñar portadas de discos. Solía hacer rondas repartiendo el periódico para juntar dinero y poder comprar la música que le gustaba.

Desde 1981 que Andy Vella, junto a Porl Thompson, ha diseñado las portadas de los discos de The Cure. Bajo el nombre Parched Art, y con una taza de té como símbolo —“un recipiente para la creatividad”— sus obras han sido el rostro de placas como Disintegration, The head on the door, Faith o Kiss me kiss me kiss me. Sobre su trabajo y llegar a ser el fotógrafo de la banda que admiraba desde sus comienzos, habla con Culto en exclusiva.

“Iba todos los viernes corriendo a buscar mi paga, después iba a comprar un álbum. Me quedaba todo el fin de semana escuchándolo, viendo el arte —que seguramente era gatefold, como el Meddle de Pink Floyd, o YesSongs de Yes o algo así. Solía amar las portadas de música reggae, estaba muy metido en el dub, y me dejaba llevar. Aspiraba a crear arte donde la gente pudiera perderse y Porl (Thompson) y yo siempre estábamos felices y agradecidos cuando la gente nos decía cuánto las portadas significaban para ellos. No pides más que eso, es fantástico”, cuenta.

Andy Vella, diseñador y fotógrafo oficial de The Cure desde 1981. Foto: Colette Meacher.

A Andy, The Cure le encantaba desde antes de llegar a trabajar con ellos. “Los adoraba totalmente —aún lo hago, por supuesto— y es un sueño hecho realidad trabajar con una banda como The Cure y especialmente con Robert, con quien colaboro en proyectos personales con él todo el tiempo”.

Todo fue por mera casualidad —“alguien había visto mis fotos y me dijo que debería conocer a este tipo, Porl (Thompson), él tiene una banda y de repente puedes tomarles fotos”— un hecho que relata como “caído del cielo”, justo después de cambiarse de escuela de arte, un lugar donde nunca nada le había resultado. Porl, por entonces, estaba saliendo con la hermana de Robert Smith y le mostró el trabajo de Andy. “Robert me dijo si me interesaría hacer la portada del próximo single, que iba a ser 'Primary'. Fue una locura, desde entonces no he mirado atrás. Fue una oportunidad sorprendente: estar con ellos mientras ensayaban, estar en el estudio. Mi vida de pronto se volvió increíble, y tengo mucho que agradecer por eso”.

Robert Smith en los años de "Boys don't cry" . Foto: Steve Rapport.

La perspectiva que Andy tiene de la banda es privilegiada, acompañándolos desde entonces y con una cercanía envidiable a Smith. Su libro Obscure recopila muchas fotografías tomadas durante más de treinta años que nunca han visto la luz, como la portada misma del libro: una de las tomas descartadas de la icónica sesión de siluetas para el single “Boys don’t cry”.

“Especialmente me encanta tomar retratos de Robert, tenemos montones. Hay una confianza con él, ninguna de las fotos que le tomo ve la luz si no está totalmente aprobada por él. La cantidad de fotos que tengo, intentar ponerlas en un solo libro —como Obscure— fue algo muy difícil, son demasiadas. De las últimas que tomamos y se usaron para el aniversario el año pasado, hay un retrato de Robert donde se ve genial, muy bien para su edad. Simplemente las veo y disfruto cómo las fotos superan el paso del tiempo, como la silueta que hice para “Boys don’t cry”. Esa foto está en todas partes, ha sido pirateada en todos lados y en tantos artículos. Voy caminando por la calle y digo “esa es mi foto”, y no recibo dinero por eso (risas)”.

La portada de Faith, el tercer disco de The Cure (1981).

-Has trabajado además en el arte de muchas portadas desde Faith (1981) en adelante, ¿hay alguna que sea más importante para ti por alguna razón?

-Cada portada es mi favorita, cada una tiene su historia única, y en algún punto me gustaría armar algo con historias sobre la creación de cada una. Cuando la gente me ha preguntado cuál es mi favorita siempre digo que es la próxima, porque se trata de un momento en el tiempo. Enseño arte en un par de universidades y he hecho clases con historias sobre las portadas y los conceptos detrás de ellas. Siempre hay algo racional, una razón para su existencia, no son solo cosas decorativas que caen de la nada, se relacionan muy de cerca con el arte de Robert y su imaginación. Una vez pasó que me preguntaron por mi favorita y yo les pregunté de vuelta. “Pornography”, dijeron. “Bueno, a decir verdad, yo no hice esa”, respondí (risas). Y pensé que había sido fantástico. No es un problema, porque pienso que es una gran portada. Me interesaría saber cuál es tú favorita.

-Creo que es imposible hablar acerca de la portada de un disco y no pensar en la música, así que mi arte favorito es de mi disco favorito, y ese es Disintegration.

-Iba a decir Disintegration. He estado creando animaciones y he estado escuchando la música nuevamente, muy fuerte, y es simplemente brillante. Es algo sin tiempo, imperecedero, ese arte es algo que creamos nosotros, yo y Porl. Y para él es mucho mejor, ¡él tocó en el maldito disco! Veo ese arte y lo amo totalmente. Cuando le muestro la portada a estudiantes que tienen como veinte años me dicen “¿Cuándo lo hicieron?” -“En 1989”-, les digo. “Ah, ¿y qué versión de Photoshop usaron?” ¡No había Photoshop! Y simplemente no pueden creerlo, que solo sea una fotografía. Me gustan mucho también las portadas de los singles. De hecho, pienso mucho en las portadas de los singles, son fantásticos.

La portada de Disintegration, la obra cumbre de The Cure (1989).

-Al trabajar en el arte, ¿escuchas el disco una vez listo, o vas al estudio a ver el proceso?

-Sí, voy al estudio y escuchas cosas. Y lo que me gusta hacer con las letras de Robert es tomar algunas —por eso este es uno de los mejores trabajos del mundo, sino el mejor— y poder leerlas. También hago portadas para varias editoriales de libros y, claro, lees un libro o lees las letras de una canción y es maravilloso poder transportarme a los pensamientos y sentimientos más profundos de alguien y hacer un diseño que cuadre con eso.

El arte de las placas, elaborado por Andy Vella junto a Porl Thompson —guitarrista de la banda en sus inicios, antes de llamarse The Cure, y luego en la etapa imperial de mediados de los 80— en una dupla creativa bautizada como Parched Art, cuenta con una taza de té como símbolo. Una imagen reconocible para los fans, y presente en cada carátula de su autoría.

El guitarrista de The Cure, Porl Thompson. Foto: Michael Bezjian.

“Parched significa seco, como cuando tu boca está seca por estar sedienta. Supongo que tiene varios significados por ese lado. Bebemos té todo el tiempo. En nuestras horas creativas estamos bebiendo un montón de té, no sé cuántas, aunque de hecho deberíamos haber contado cuántas tazas de té bebimos para cada portada (risas). Básicamente representa nuestra filosofía y el hecho de que —subliminalmente— la taza es como un recipiente para la creatividad. Suena apropiado, ¿no? El molde para el sello fue creado cortando la superficie de una papa, con un cuchillo y después haciendo una impresión. Lo que me da risa es que hay gente por ahí diciendo que, si en un disco el mango sale hacia la derecha, significa que yo lo hice. Y si el mango está a la izquierda significa que lo hizo Porl. Pues solo para dejarlo claro: eso es una pelotudez. No es cierto, depende de cómo nos sintamos en el momento y nada más”.

Las portadas diseñadas por Storm Thorgerson junto a Hipgnosis para Pink Floyd, así como las de Roger Dean para Yes fueron influencia clave en Andy. Entre la densidad conceptual del rock progresivo y las atmósferas envolventes y asfixiantes de placas como FaithThe top o Disintegration, se vislumbra como enlace la intención de sumergir en una experiencia.

“Cuando yo estaba comenzando en esto recuerdo haber ido a ver a Storm Thorgerson, el hombre que hizo todas esas portadas para Pink Floyd e hizo todas esas sorprendentes portadas con Hipgnosis. Él era una de las razones por las que quise meterme en el diseño de portadas. Quería conocerlo, pensé incluso en trabajar con él, y fui unas tres veces a hablar con él a su estudio en Denmark Street. Él fue muy agradable conmigo siempre. Me dijo que le había encantado la portada de Faith —fue en ese tiempo en que lo conocí por primera vez— y me dijo “vas a ser muy bueno en esto, porque estás haciendo las cosas mostrándolas desde un ángulo completamente diferente, lo que estás haciendo es conceptual”.

Me halagó muchísimo que dijera eso sobre mi trabajo. La siguiente vez que nos vimos, yo había leído un libro sobre él y le dije que no podía creer que él no hiciera nada de su propia fotografía —básicamente era el director de arte— y me dijo “Claro, no. ¿Tú no haces tu propia fotografía, o sí?” Sí, le dije, hacemos todo el trabajo completo. Y la razón por la que Porl y yo éramos tan insistentes en hacer nosotros mismos nuestra propia fotografía para el arte, y las ilustraciones que se nos asignaban, es porque nuestra aspiración era Hipgnosis ¡y creíamos que él hacía todo!”.

-Es interesante ese vínculo entre el rock progresivo y The Cure. Hay un trabajo fuerte con el concepto de cada álbum y con la propuesta visual de la banda.

-Yo hice una portada para una recopilación del sello de acid house que tenía Chris Parry, solía hacer el diseño para ella, y Roger Dean escogió esa portada y la puso en uno de sus libros. Me escribió diciendo que si podía mandarle una copa firmada, ¡y pensé que era una locura! Era alguien con cuyo arte crecí, pensando que era un megadios, y fue increíble. Es la persona más adorable, me pide una copia firmada del disco al que le hice la portada, eso vale más que cualquier paga en el mundo, es lo máximo que me ha pasado. Es encantador realmente crear este arte, en este formato cuadrado y poder hablar de esto al otro lado del mundo. El arte toca a la gente universalmente, la gente se relaciona con él y es algo maravilloso.

La portada de Obscure, el libro de Andy Vella con prólogo de Robert Smith.

-Tú haces clases de ilustración, fotografía y diseño. ¿Qué consejo sueles darle a tus estudiantes, o a quienes se inician en este mundo?

-Cuando enseño ilustración, o fotografía, o diseño gráfico, e incluso si diseñas una casa —Roger Dean diseñó su propia casa, porque es un cerebro creativo. No es simplemente un ilustrador o un pintor-, siempre le digo a la gente que simplemente llegue y lo haga con lo mejor de sus capacidades, con pasión, que ame lo que haga y que no tome un “no”, por respuesta.

El 8 de octubre del año pasado, en la Estación Waterloo de Londres se hizo la primera parada de una exhibición itinerante por Reino Unido que recopilaba 70 icónicas portadas de discos de todos los tiempos, con motivo de las celebraciones del primer Día Nacional del Disco. Entre carátulas para artistas como The Beach Boys, Kraftwerk y Elvis Presley, se encontraba Kiss me kiss me kiss me de The Cure, diseñada por Andy y Porl.

La portada de Kiss me kiss me kiss me, el séptimo disco de The Cure (1987).

“Fui a la Estación Waterloo porque me dijeron que Kiss me kiss me kiss me era parte de la exhibición, y Parched Art estaba ahí junto a Primal Scream, el Surfer Rosa, Elvis Presley y Grace jones. Las miraba allá en el metro y pensaba en lo grandioso que era, lo maravilloso que es el arte. Lo que tienen las portadas de discos y libros que he hecho, y las cosas que hago para mí, es que nunca quise involucrarme en seguir ninguna tendencia. Siempre he pensado que, tal como la buena música, el buen arte también debe superar el test del tiempo, no tiene que tener fecha. Un problema con mucho del diseño que hay es que no va a ningún lado, sigue las tendencias, no resume nada, es una decoración atinada muy exitosa, y eso está bien en muchos niveles, pero me gusta la idea de que el arte se convierta incluso en algo más poderoso.

Disintegration está pronto a cumplir 30 años, y hay gente que piensa que el diseño está hecho en computador.

-Claro, no se ve como algo de los años ochenta. Piensas que se ve como algo de ahora, eso es muy bueno, ¿no? Asusta pensar que Disintegration tenga 30 años, yo lo recuerdo como si fuese ayer, estar creándolo, cada paso que hicimos para esa hacer portada. Pero ya fue hace 30 años, y es una locura. ¡Qué bueno que no tengo alzheimer! (risas). La canción “Untitled”… es increíble. Pienso que es uno de esos discos —y lo he escuchado muchas veces, lo he visto en vivo muchas veces, he estado parado al lado mismo de los parlantes, fotografiándolos— que tú escuchas, pones una sola canción, luego la siguiente, y la siguiente, y piensas que es tan elocuente ¡y se concibió hace 30 años! Y lo más emocionante, de lo que sea que ellos estén haciendo en el momento —yo los vi en Hyde Park el año pasado— es que recuerdo haberlos visto cuando partían, en los pubs, y luego cuando tocaban en los primeros días con Siouxsie… y por entonces yo pensaba que sería genial trabajar con alguien así, y no me imaginaba poder llegar a estar ahí con ellos. Ahora los veo ahí en Hyde Park, contemplando a una banda que se transforma de esa forma, y que te transporta así, teniendo audiencias de 60 mil personas. Cuando estoy ahí, viéndolos, pienso en lo inmenso que es eso. Creo que la voz de Robert suena sorprendente y la banda mejor que nunca. Los admiro, es increíble.

Pictures of you: balada para las fotos perdidas de Robert Smith

Por Pablo Retamal Navarro

Una de las canciones de desamor más conocidas es “Pictures of you”, de The Cure. El tema, incluido en el álbum Disintegration (1989), es una balada compuesta por Robert Smith y cuyo origen el músico nunca ha dejado del todo claro.

†La canción, compuesta por el artista e incluida en el álbum Disintegration de The Cure, narra la ausencia de un ser amado. Sin embargo, el músico nunca ha dejado del todo claro su origen.

En algunas entrevistas, el cantante señala que se basó en un ensayo de Myra Poleo llamado The Dark Power of Ritual Pictures. Tras haberlo leído, destruyó sus viejas fotos personales y muchos de sus videos caseros en un esfuerzo por borrar su pasado. Más tarde, y arrepentido por esta decisión, compuso la canción.

Esta tesis tendría cierto asidero en el coro del tema, pues ahí Smith señala lamentarse de haber roto las imágenes y estar bastante apesadumbrado por la ausencia de ellas. “If only I’d thought of the right words/ I could have held on to your heart/ If only I’d thought of the right words/ I wouldn’t be breaking apart/ All my pictures of you”.

Incluso, al final de la composición vuelve a insistir en la idea. “There was nothing in the world/ That I ever wanted more/ Than to never feel the breaking apart/ All my pictures of you”.

Las instantáneas destruidas eran el elemento que le permitía al narrador mantener un cierto vínculo con el ser amado, por eso se aflige tanto. “I’ve been looking so long at these pictures of you/ That I almost believe that they’re real/ I’ve been living so long with my pictures of you/ That I almost believe that the pictures/ Are all I can feel”, canta Smith en el primer verso.

The Cure en Brasil antes de las grabaciones del Disintegration. Foto: Michael Putland.

Asimismo, imprime a esas ya lejanas imágenes una fuerza evocadora. “Remembering you fallen into my arms/ Crying for the death of your heart/ You were stone white so delicate/ Lost in the cold/ You were always so lost in the dark”.

Otra tesis sobre su origen, dicha por el autor de “Kyoto song”, es que la canción surgió tras un incendio ocurrido en su casa, y tras el cual resultaron quemadas unas fotos que llevaba en su billetera. Entre esas fotos, estaban las de su reciente esposa, Mary. Es decir, se repite la idea de pérdida de fotos personales, pero esta vez de una manera accidental.

Robert Smith en Glastonbury 1995. "Pictures of you" fue el cuarto tema en ese concierto. Foto: Martyn Goodacre / Getty Images.

En 1989, en una entrevista con Music Box TV, Smith explicó el sentido de la letra: “Se trata de la idea que tienes de alguien. Se remonta un poco a una canción como ‘How Beautiful You Are’. La idea de que sostengas a alguien no es realmente cómo es esa persona. A veces pierdes el contacto con lo que una persona ha convertido. Solo quieres aferrarte a lo que era”.

“Pictures of you” fue uno de los singles promocionales de Disintegration, y su lado B fue una versión en vivo de “Last dance”.

Además, fue parte de la banda sonora de la serie One Tree Hill y de la película The Vow (2012), un drama romántico estelarizado por Rachel McAdams y Channing Tatum.

Lol Tolhurst: “La vida es happy-sad. No es 100% feliz o triste”

Por Nuno Veloso

Lol conoció a Robert Smith en 1964, en el primer día de colegio. Luego de varias encarnaciones y distintos nombres (incluyendo Malice), el grupo bautizado como Easy Cure —por una de las canciones de Lol— pasó a llamarse oficialmente The Cure en 1978.

Tolhurst, amigo de infancia de Robert Smith, fue miembro fundador de The Cure y militó ahí hasta 1989, año en que fue despedido tras las sesiones del titánico Disintegration. Sobre la reciente inducción al Rock and Roll Hall of Fame de la banda que fue su sueño de adolescencia, conversa con Culto desde Los Ángeles.

Lol participó en todas las configuraciones de la banda durante su gestación y durante toda su primera década discográfica hasta 1989, donde pasaron vertiginosamente del punk de Three imaginary boys (1979) a una aproximación más minimalista y fría en Seventeen seconds (1982) y Faith (1981), para luego tallar el coloso negro Pornography (1982) —que casi los destruye—, antes de desviarse levemente hacia el pop en The top (1984) y decantar todo lo aprendido en una serie de placas de éxito mundial como The head on the door (1985), Kiss me kiss me kiss me (1987) y Disintegration (1989).

“Siento que la inducción es algo bueno para los fans, es bueno que se sientan reivindicados. Todo esto es por ellos”, dice al teléfono desde Los Ángeles, Estados Unidos. “(Simon, Pearl y Robert) son mis amigos de adolescencia, son gente que he conocido por toda mi vida. Ahora tengo 60 años y lo más importante para mí, más que cualquier otra cosa, es que aún tengo contacto con ellos”, reflexiona a raíz de la reciente ceremonia en Nueva York, donde fueron inducidos en el Rock and Roll Hall of Fame este año, junto a Roxy Music y Radiohead.

The Cure en marzo pasado durante la inducción al Rock and Roll Hall of Fame. Foto: Mike Coppola.

Para cuando The Cure se embarcó en búsqueda de una discográfica, hace ya 41 años atrás, en el sello Polydor ya estaban The Jam y Siouxsie and the Banshees, ambos firmados por el productor Chris Parry. Ante la cantidad inmensa de demos que llegaban a la empresa y que quedaban botados por escasa capacidad de acogida, Parry comenzó a llevarse un puñado de cintas a su casa, con intenciones de crear un sello propio.

Así dio con The Cure y, el 21 de julio de 1978, les escribió una carta en respuesta a su grabación para concertar una reunión. Se convirtieron en el primer acto en firmar por Fiction y aún hoy, para muchos, Fiction y The Cure son casi sinónimos. “Chris Parry, mediante su sello Fiction nos permitió estar con Polygram en Europa, con Warner Bros en Norteamérica y con Elektra. Para nosotros, Chris era nuestra interfaz con el mundo del rock and roll y eso fue excelente, porque solo lo necesitábamos a él y podíamos concentrarnos en ocuparnos de lo que queríamos hacer musicalmente o de como queríamos presentarnos y nada más. Creo que con Fiction y The Cure pasa como con Factory Records y New Order. The Cure es la banda más grande que estuvo ahí: comenzamos el sello y en cierta forma lo terminamos”.

-Desde el comienzo cargado al punk hasta llegar a Disintegration, durante esos primeros diez años de discos, The Cure se movió mucho estilísticamente.

-Creo que simplemente queríamos tocar muchos tipos de música diferente, hacíamos lo que sentíamos. Eso podía hacer que la gente tuviera la sensación o pensara que nosotros estábamos cambiando, cuando realmente no era así.

-En tu libro de memorias, Cured, dices que Pornography es tu placa favorita de aquella era.

-Creo que hay dos versiones de The Cure según como yo lo veo. De esa versión, como trío, Pornography es lo más completo. Ahí está el mejor material que hicimos como trío, eso fue lo más grandioso. Hay otra versión de The Cure, que es lo que los fans llaman el The Cure Imperial. De ahí, me gusta harto el Kiss me kiss me kiss me. Es muy bueno el espíritu vertido en ese disco, es muy honesto.

-¿Piensas que The Cure tiene dos aristas que se congeniaron a la perfección durante esos años?

-Alguien me dijo “me gusta lo que han hecho, porque son oscuros pero también optimistas. Son happy-sad” y creo que esa es la música que me gusta y esa es la música que hizo The Cure: happy-sad. No tengo en mi mente las categorías que otra gente puede tener sobre The Cure, para mí todo lo que hicimos es música de The Cure. Alguna es feliz y otra es triste, pero toda es música que es feliz y triste a la vez. Y la vida es happy-sad, no es 100% feliz o triste. Encuentro extraño que alguien quiera pedirnos que, como artistas, hagamos solo una de esas dos cosas. Si piensas en un pintor, no le demandas que haga la misma pintura todo el tiempo. Imagina hacer la misma pintura una y otra vez durante toda tu vida. En cualquier otra forma de arte la sociedad no exige al artista hacer lo mismo una y otra vez, intentamos evolucionar con ellos. Al final, en cualquier forma de arte, ya sea pintura o música, cualquiera, se trata de tu viaje por la vida, y eso es lo que tratas de comunicar. Así que no entiendo realmente por qué la gente quiere que seamos solo una cosa.

-En la película Sing Street definen a The Cure precisamente como happy-sad, mientras suena el vinilo de The head on the door.

-¡Exactamente!, vi la película y me gustó muchísimo. Creo que, en cierta forma, cuando la vi sentí que robaron nuestra historia, porque se parece mucho a la historia de The Cure aunque está ambientada en Irlanda. Esa es para mí realmente la historia. Me gustó mucho como película.

Lol Tolhurst durante una firma de su libro Cured: The Tale Of Two Imaginary Boys. Foto: Harmony Gerber.

Uno de los momentos claves para Lol fue ver a Bowie interpretar “Starman” en Top of the Pops, el 6 de julio de 1972. Ver al hombre de las estrellas apuntar a la audiencia desde la pantalla cambió su vida en el pueblo de Crawley, de donde siempre quiso escapar. “Cuando lo vimos con Robert (Smith) y Michael (Dempsey) fue algo fuera de este mundo, no podíamos concebir cómo podía existir alguien así. Eso fue emocionante y creo que ese es el punto donde se plantó la semilla de querer hacernos ir a un lugar diferente, ¡y obviamente funcionó!”.

-En cierta forma, The Cure tuvo a su vez el mismo efecto que Bowie en sus propios fans.

-Así es, espero que sea así. En los últimos años he estado de gira con mi libro, he pasado por Norteamérica, Europa y planeo ir a Sudamérica el próximo año, y la gente me dice que The Cure ha ayudado mucho a la gente. Les inspira a ser lo que quieren ser, algo diferente y ese es el más grande logro, el más grande cumplido que pueden decirme, significa mucho más que recibir el homenaje que nos hicieron en Nueva York. Es algo más grandioso para mí. Por un largo tiempo nos dimos cuenta de que íbamos a ser diferentes. No queríamos encajar, no queríamos ser parte de donde éramos, del lugar donde crecimos. Y es raro, porque el año pasado, cuando tuvimos el aniversario número 40 y había una exhibición en el museo del lugar donde nacimos sobre The Cure, me escribieron por si tenía alguna cosa para la exhibición y nos pusieron ahí en la portada del periódico. Aunque odiábamos el pueblo, aun seguíamos ahí. Ese lugar no nos amaba y, probablemente, en su mayoría todavía no lo hace. Nosotros cambiamos la forma de vernos y de ser para alejarnos y escapar.

-Leyendo el libro Ten imaginary years, donde Smith, tú y el resto del grupo cuentan la historia de aquella década, impacta que desde un comienzo Chris Parry vio en ustedes una cualidad universal. Y, precisamente, todos pueden relacionarse con esa motivación que los movió a ustedes.

-Absolutamente. Ya sea en los suburbios de Londres, en los de Orange County, o en cualquier parte del mundo, a la gente que le gusta The Cure sabe que es una experiencia universal ser ese tipo de persona. Por eso The Cure sigue teniendo impacto y la gente sigue comprando la música, todo viene de ahí.

Créditos

Textos: Nuno Veloso y Pablo Retamal.
Edición: Alejandro Jofré.
Fotos: Michael Bezjian, Mike Coppola, Harmony Gerber,
Paul Harris, Kevin Mazur, Colette Meacher,
Margaret Norton, Terry O’Neill, Michael Putland,
Steve Rapport y Roberto Serra.
Diseño: Fabián Andrade.
Desarrollo: Álex Acuña y Fabián Andrade.