Para ingresar al ranking, los planteles deben contar con acreditación institucional, de ahí que solo sean 48 las casas de estudio medidas. Una buena gestión no solo significa contar con esta certificación, sino que también existen otros factores, como la cantidad de años otorgados de la acreditación institucional, número de alumnos por cada jornada completa equivalente, capacidad de los planteles para conservar a sus estudiantes y la diferencia entre la duración formal de las carreras y lo que tarda un estudiante en titularse.

La U. Católica Silva Henríquez presenta la diferencia más baja entre la duración formal y real de una carrera: 1,4 semestres.

Ocho de cada 10 alumnos de 13 casas de estudio permanecen después de cursar el segundo año.

De los cuatro factores considerados, el que más pesa es el número de años otorgados en la acreditación institucional. La distinción por siete años, que es la máxima que entrega la CNA, la ostentan las universidades Católica, Católica de Valparaiso, de Chile, de Concepción y de Santiago. De las privadas, las únicas que cuenta con seis años son la U. Adolfo Ibáñez, Andrés Bello, de los Andes, del Desarrollo y Diego Portales, todas ellas consideradas de excelencia. Contrarias es la realidad de las universidades Adventista, UNIACC, del Alba, SEK, Gabriela Mistral y Miguel de Cervantes, que con solo 3 años acreditados, el periodo mínimo, se encuentran en un nivel de desarrollo básico.

El número de alumnos por jornada completas equivalentes es el segundo indicador considerado. Esta medida permite estandarizar la carga académica. Según datos del SIES, para 2023 se registran 21,9 estudiantes por JCE; sin embargo, son 26 universidades las que se encuentran por debajo de ese umbral, destacándola U. Metropolitana de Ciencias de la Educación, con 12 alumnos /JCE. Sobre ese promedio se dispara la U. Gabriela Mistral con 30 estudiantes/JCE.

Ingresar y permanecer en la universidad

Los principales motivos de la deserción en pregrado se relacionan con problemas socioeconómicos, crisis en la orientación vocacional y un rendimiento académico insuficiente. De las 48 universidades, destaca la U. de los Andes que presenta el índice más alto: 88% de sus alumnos permanecen después del segundo año. A ella, le siguen la Adolfo Ibáñez, Católica y de Chile, con 87% cada una.

El cuarto factor mide la coherencia entre el tiempo establecido que duren los programas y lo que tarda un alumno en titularse. Según el informe Duración real y sobreduración de los programas de educación superior, del SIES, la duración real en 2022 fue 13,1 semestres, para un currículo establecido en 10,1 semestres. Las áreas con mayor duración real fueron Derecho (16,5 semestres), Ciencias Básicas (14,6), Agropecuaria (13,6) y Salud (13,3).

Las universidades que las dictan, son precisamente las más afectadas en este indicador, pues sus alumnos tardan más en titularse. La U. Católica Silva Henríquez, presenta en promedio 1,4 semestres de diferencia entre la duración formal y la duración real. En tanto, la U. Santa María anotan una brecha que supera los 6,4 semestres.