La entrevista que derrumbó una mentira

Para ella fue una catarsis. Para el resto, la entrevista que concedió Gemita Bueno a La Tercera, a mediados de 2004, fue el derrumbe definitivo de una mentira que mantuvo en vilo a los chilenos por casi un año.

Por: Francisco Artaza

Una intriga que involucraba abusos sexuales a menores, drogas y políticos, que se fue urdiendo sobre la base de testigos falsos en el marco del llamado caso Spiniak. El cóctel perfecto para que algunos medios de comunicación exploraran, como pocas veces se ha visto, el sensacionalismo.

Por el contrario, La Tercera fue cauta desde un comienzo. Y la investigación periodística que se desarrolló por varios meses terminó por desbaratar una historia de falsedad.

“Todo, todo es mentira”, fueron las palabras con las que Gemita Bueno, la joven que llegó a ser calificada de “testigo clave” del caso Spiniak, admitió ante los chilenos que había engañado persistentemente en tribunales y en sus declaraciones públicas. Se destruía así la historia que por casi un año había sostenido la joven, de que había estado secuestrada por varios meses en una casa en El Arrayán del empresario Claudio Spiniak  y sus acusaciones de que, en ese lugar, habría sufrido vejámenes sexuales por parte del entonces senador y ex presidente de la UDI, Jovino Novoa.

En esa época, Gemita Bueno, una joven que había sufrido el abandono familiar, que había vivido largos años en la calle y en diferentes hogares de menores, se presentó junto al cura Jolo ante el juez Daniel Calvo

Llegar a esa confesión fue un trabajo lento. Así lo recuerda el periodista de la sección de Política de La Tercera, Mauricio Donoso, integrante del equipo especial creado para la cobertura de este caso y quien logró finalmente la entrevista en que Gemita Bueno contó la verdad.

“Venía llegando a La Tercera cuando estalló el caso Spiniak a comienzos de septiembre de 2003”, recuerda Donoso. “La Tercera decidió crear un equipo especial, que reunió a periodistas de las áreas de política, judicial, policial y a algunos periodistas que se dedicarían a tareas más investigativas. En esta última área recalé yo. Mi tarea era ir contrastando las versiones que daban Gemita Bueno y el cura Jolo (José Luis Artiagoitía), tanto en prensa como en tribunales”.

En esa época, Gemita Bueno, una joven que había sufrido el abandono familiar, que había vivido largos años en la calle y en diferentes hogares de menores, se presentó junto al cura Jolo ante el juez Daniel Calvo,  a cargo en ese momento del caso Spiniak, para denunciar que era una de las víctimas de pederastia y lanzar una bomba político-judicial. Según la joven, había sido abusada por el ex senador Novoa.

El relato de la joven sustentaba las polémicas declaraciones que, tras la detención de Spiniak, había lanzado la entonces diputada de RN Pía Guzmán, y por las cuales la parlamentaria estaba siendo duramente criticada. Guzmán declaraba el 10 de octubre de 2003: “Hay antecedentes de que en el círculo íntimo de la red (de pedofilia) había políticos –dos de la Alianza (bloque de derecha) y uno de la DC. Esto está siendo investigado en la justicia y en las policías”.

Apenas tres días después de los dichos de Pía Guzmán, Gemita Bueno alcanzaría notoriedad pública. El 13 de octubre de 2003 aparece en una entrevista en Canal 13, donde se la califica de “testigo clave”. Para reforzar el testimonio de la joven, el canal incluyó en la nota las declaraciones de dos sicólogas que explican por qué se debe dar verosimilitud a este tipo de denuncias.

Donoso recuerda: “En la entrevista que dio a Tele13, Gemita Bueno dice que estuvo ‘secuestrada’ en una casa de Spiniak por un tiempo de siete meses, lapso que se va cayendo en la medida en que nosotros vamos haciendo una reconstrucción de la vida de Gemita Bueno”.

Para llegar a esa conclusión, los periodistas de La Tercera recorrieron las distintas ciudades donde vivió Gemita Bueno en esa época, entre otros, Rancagua, Requínoa, Graneros. “Ahí nos dimos cuenta de que el lapso de siete meses en los que ella refería que estuvo secuestrada era imposible de sostener”, dice Donoso.

Por entonces, el ministro Sergio Muñoz, quien asumió la investigación del caso Spiniak tras la abrupta renuncia del juez Daniel Calvo, gatillada por la revelación de que había asistido a un sauna gay, ya había logrado desestimar judicialmente varios aspectos del testimonio de Gemita Bueno.

Por entonces, afirma Donoso, el sacerdote había montado un “cerco” en torno a la joven para que ella no hablara con la prensa y lo hiciera solo con los “medios amigos”.

Acorralada por los avances de las investigaciones, el 21 abril de 2004, Bueno da un nuevo testimonio ante el juez Muñoz, desdiciéndose de la mayor parte de sus declaraciones. Ahora sostiene que no fueron siete meses los que habría permanecido secuestrada, sino que pudo ser un día, dos días o cinco días, y que muchas cosas que ha dicho, “puede que las haya soñado”.  

Sin embargo, debieron pasar otros cuatro meses para que esa verdad saliera a la luz. “Para entonces el periodista que estaba a cargo del seguimiento de Gemita Bueno, Pablo Vergara, se retira del diario y me asignan asumir en su reemplazo la misión de tomar contacto con ella”, recuerda Donoso.

Llegar a ella tampoco fue fácil en ese momento.

Fueron a lo menos dos semanas en las que Donoso montó guardia frente a la casa de Bueno y la seguía a todas partes intentando algún acercamiento. En ese periodo, Donoso prácticamente no iba a la redacción del diario. Su trabajo a tiempo completo era intentar convencerla de que fueran a conversar a un lugar alejado de la parroquia donde estaba el cura Jolo.

Por entonces, afirma Donoso, el sacerdote había montado un “cerco” en torno a la joven para que ella no hablara con la prensa y lo hiciera solo con los “medios amigos”. Se trataba de un caso en que muchos medios de comunicación se abanderizaron con una u otra tesis, en donde varios medios intentaron llegar hasta el final validando la tesis de que Novoa había cometido abusos, mientas otros, en el camino, ya se habían dado cuenta de que la denuncia era insostenible.

Donoso recuerda a la joven con quien se encontró: “Gemita Bueno se alejaba mucho del perfil que se había querido armar de ella. No tenía ningún rasgo de ser una niña de ‘caleta”, como se había dicho en un momento. Si bien venía de una situación de riesgo, no era del perfil de los niños de la calle”.

El problema es que Gemita Bueno sería impredecible hasta el último momento.  “El mismo día que salió publicada la entrevista, ella comparece ante el ministro Muñoz y trata de desdecirse nuevamente”, recuerda Donoso.

Donoso dice que fueron necesarias varias conversaciones previas, encuentros diarios que se realizaban en cafés, restaurantes y plazas públicas, antes de que Gemita Bueno se sincerara. “La idea era mantenernos lo más lejos posible de la parroquia donde trabajaba el cura Jolo y del entorno que la protegía. En esos encuentros contrastamos todo lo que teníamos de nuestra investigación con ella y poco a poco se fue dando cuenta de que no tenía escapatoria. En un momento, ella se acerca y nos dice que quiere salirse de todo este gran montaje que se armó y cuenta que intentó hacerlo por la vía judicial, pero que no resultó. Para nosotros fue sorprendente. Aunque ya sabíamos que su historia no era verídica, por todo lo que habíamos contrastado, el que ella asumiera que era una mentira y que nos dijera que detrás de eso había un gran montaje fue impactante”.

Tras dar la entrevista en la que se desdice, Gemita Bueno pidió a los periodistas de La Tercera mantenerla en reserva, bajo embargo, hasta que pudiera romper con el cerco de “protección” en el que se encontraba, bajo el alero del cura Jolo. El ministro Muñoz había intentado sacarla de ese entorno, buscó ingresarla en hogares de menores del Sename, lo que no se pudo, dado que ya era mayor de edad.

El problema es que Gemita Bueno sería impredecible hasta el último momento.  “El mismo día que salió publicada la entrevista, ella comparece ante el ministro Muñoz y trata de desdecirse nuevamente”, recuerda Donoso. “Fue en ese momento que surgen rumores que, como diario La Tercera, nos descolocan completamente, como que la entrevista que concedió fue producto de un acuerdo monetario. También había tesis mucho más alocadas que apuntaban a que habíamos amenazado con que le quitarían a su hijo”.

Bueno intentaba mantener las lealtades con el cura Jolo y quienes la habían contenido hasta ese momento. Pese a ello, concede otra entrevista, en The Clinic, donde ratifica la versión que le entregó a La Tercera y reitera que todas las acusaciones que había hecho en el caso Spiniak eran mentira. Ya no había marcha atrás.

Gemita Bueno fue condenada a cuatro años de pena remitida por falso testimonio, al igual que el cura Jolo, sanción que fue ratificada por la Corte Suprema en julio de 2008.

Después de las entrevistas de La Tercera y el Clinic hubo una tercera entrevista a Gemita Bueno. Donoso recuerda: “Lo que buscábamos era aclarar algunas cosas que nos habían quedado pendientes, entre ellas, quién le había dado la descripción física de Jovino Novoa y que ella había entregado en su testimonio judicial para darle mayor credibilidad a sus aseveraciones. Cómo Gemita Bueno pudo describir las cicatrices y las manchas en la piel de Jovino Novoa. Eso es algo que no se ha podido aclarar y que el juez Sergio Muñoz tampoco pudo esclarecer. En medio de la entrevista, ella recibió un llamado telefónico a su celular. No le di importancia en ese momento. Pero, poco después, cuando íbamos de vuelta al diario, escuchamos nuestra entrevista completa al aire en Radio Bío Bío. Gemita Bueno había dejado abierto el teléfono mientras nosotros seguíamos haciendo la última entrevista sin editar. Imagino que ella esperaba desdecirse una vez más, que saliera al aire que nos dejaba en una situación incómoda, o decir cualquier cosa que nos echara abajo la entrevista. Pero al final no lo hizo”.

Terminaba así uno de los casos más bullados desde el regreso a la democracia, donde no solo las personas directamente involucradas pagaron costos. El caso también golpeó la candidatura presidencial de Joaquín Lavín y terminó generando la salida de Pablo Longueira de la presidencia de la UDI. En paralelo, por más de un año los medios caminaron por arenas movedizas. Hasta que Gemita Bueno llegó a su confesión final.

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