La digitalización está provocando una revolución en el entorno laboral del país, con la adopción de tecnologías que van desde la Inteligencia Artificial hasta el análisis de datos, pero ¿su impacto será inmediato o gradual? ¿Qué habilidades marcarán una diferencia a la hora de buscar trabajo? Diversos expertos analizan el Chile de 2030.
Ricardo Olave
En el mundo hay 8 mil millones de personas, de las cuales 3.300 millones forman la fuerza laboral global. Aunque la tasa de participación laboral varía por país, se estima que la población mundial alcanzará los 10.300 millones este siglo, lo que nos lleva a pensar cómo será el futuro del empleo en una era donde la Inteligencia Artificial (IA) impactará de la misma forma que la revolución industrial cambió el mundo hace dos siglos.
El más reciente informe sobre el futuro del empleo entregado por el Foro Económico Mundial (FEM) indica que, de aquí a los próximos cinco años, se espera que el 23% de los puestos de trabajo cambien: habrá un crecimiento del 10,2% de nuevos empleos (producto del remodelado panorama), y un descenso del 12,3%, es decir, que se despedirán o desaparecerán.
Chile no está exento de este cambio de paradigma. El 60,2% de la población está en edad de trabajar, es decir, 9.895.618 personas —según informe de la Encuesta Nacional de Empleo (ENE)— verán cómo la introducción de nuevas tecnologías impactará en sus obligaciones.
¿Cómo se ve el panorama actual de la digitalización en el entorno laboral? Pelayo Covarrubias, presidente de la Fundación País Digital, entiende que esta revolución implica una variante “geopolítica”, al estar en competencia con otras naciones, y visualiza los aspectos positivos que nos entregan rasgos diferenciadores en la región.
“En Chile tenemos los habilitantes para poder tener un buen entorno digital”, asegura, destacando que somos uno de los países “con mayor tasa de internet en el mundo, mayor velocidad con 97% de internet móvil, 74% de los hogares con internet fijo, las mayores velocidades y los menores costos”. La mayor preocupación de este cambio resalta en la reconversión laboral ligada a una cultura digital, pasando “de una forma analógica de trabajo a una forma de análisis de datos”.
De alguna manera, ya estamos viviendo los efectos de esta era a propósito de las últimas tecnologías más generativas. Valentina Quiroga, gerente de Desarrollo Humano de Fundación Chile, cree que aún hay muchas preguntas por responder de cara al 2030, con mucho trabajo por hacer. “Hemos sido testigo de varios procesos de automatización que han ido ocurriendo, de digitalización de muchos servicios, y en contra cara a eso también va cambiando, tensionando, la formación de personas”, dice.
El país cuenta con una estrategia para un Chile digital de aquí a 2035, donde el desarrollo de habilidades digitales apunta tanto a la ciudadanía en general como a la capacitación de la fuerza de trabajo, siendo este último grupo “un componente fundamental para el desarrollo de la economía digital y para la adaptación de los trabajadores a la revolución de la Industria 4.0”, según indica el informe realizado por la Comisión de Transportes y Telecomunicaciones del Senado en colaboración con la CEPAL y agentes de la industria.
El mismo informe, citado por Quiroga, da cuenta que un bajo nivel de capacitación de la fuerza de trabajo pone a los trabajadores en “una situación de vulnerabilidad laboral”, ya que sus calificaciones no pueden adaptarse a una nueva reconfiguración de las condiciones de trabajo. “Hay que ver cómo nos organizamos de mejor manera y somos más eficientes para darnos a la tarea y no solamente tener esa visión, sino que lograr que las cosas ocurran”, explica la ejecutiva.
Francisco Sepúlveda, gerente general de Caja La Araucana, coincide con la importancia de realizar esta evolución laboral de los trabajadores para asumir nuevos roles a partir de habilidades perfeccionadas y que, de hecho, “impulsar iniciativas que permitan este crecimiento se trata de un deber que tenemos como instituciones enfocadas en el bienestar de las personas, ya que permite avanzar hacia un futuro equitativo y sostenible de la mano de las tecnologías y el trabajo decente”.
Marcelo Mendoza, académico del Centro Nacional de Inteligencia Artificial en Chile (CENIA), analiza que una proyección del modelo que podría insertarse en los distintos rubros tendrá un formato híbrido. “En varias de las industrias se está produciendo el mismo cambio, de forma gradual que significa reemplazo laboral, pero también transformación laboral de muchos puestos y el surgimiento de otros nuevos”, dice.
Si bien las previsiones del Foro Económico indican que a 2027 probablemente más del 40% de las profesiones se van a ver alteradas en su desarrollo y en su concepción, dado que la IA va a ir paulatinamente sustituyendo al ser humano en el desarrollo de actividades como la ingeniería, la arquitectura o la abogacía, Mendoza cree que dichas profesiones más tradicionales “no van a desaparecer”.
“Siempre necesitas un humano, es decir, la IA no puede considerarse en la mayoría de los casos como un sistema que no requiere de nosotros, todo lo contrario. El humano juega un rol fundamental dentro de muchas de esas tareas y, por lo tanto, la IA necesita ese rol de supervisión”, indica.
Francisco Guzmán, presidente de la Asociación Chilena de Empresas de Tecnologías de la Información (ACTI), agrega que, si bien hay industrias como la banca, la minería o la salud que ya ocupan exitosamente sistemas inteligentes, no toda la industria verá los mismos beneficios de inmediato. “Para usar la IA tienes que conocer muy bien el negocio en el que estás. Asociando a algunas herramientas, ya es posible hacer cosas importantes a nivel del trabajo diario”, propone.
En la misma línea, Guzmán pone énfasis en que la reconversión laboral debe ser vista desde la perspectiva de “cuidar y proteger a las personas que hoy día trabajan en nuestras empresas”, siendo muy factible y posible, dada la aparición de programas público-privados, así como un ecosistema de educación continua potenciado por los centros de educación superior.
Bajo esta lógica, instituciones como Caja de Compensación La Araucana ha implementado iniciativas en conjunto con servicios públicos como SENCE que permiten impulsar el desarrollo profesional y laboral de sus afiliados trabajadores. Además, en 2022 creó una beca especializada en apoyar a estudiantes mujeres de carreras STEM.
“Nuestro deber está en generar instancias de desarrollo que permitan a las personas vivir cada día mejor y que logren sus metas. Es por ello que como caja de compensación dimos un paso relevante en materia de carreras STEM con equidad de género, entregando becas especializadas en carreras de ingeniería, ciencia, tecnología y matemáticas para mujeres estudiantes afiliadas”, explicó el gerente general de Caja La Araucana, Francisco Sepúlveda.
Lo cierto es que el 57,8% de los trabajadores de Chile enfrentan una alta probabilidad de automatización de sus tareas a partir de la incorporación de tecnologías de Industria 4.0 de aquí al 2048, según la Estrategia de un Chile Digital 2035, donde la probabilidad de automatización de empleo disminuye con el nivel educativo de los trabajadores. A eso se incluyen otros factores como las brechas de género, socioeconómicas y etarias, que ya son una condicionante en la actualidad.
Valentina Quiroga, de Fundación Chile, propone tres miradas para pensar en cómo avanzar hacia el futuro. La primera capa hay que visualizarla desde la ciudadanía en general, una capa masiva, que convivirá en una sociedad digitalizada. “Hay varias iniciativas que están buscando abordar ese público objetivo, pero yo creo que todavía falta redoblar o triplicar esfuerzos en ese ámbito”, asegura.
La segunda capa son las y los trabajadores masivos, quienes deben ver cuáles son las habilidades que requieren para poder desenvolverse en un mundo laboral que cada vez va a ser más digitalizado. Para este grupo, las claves diferenciadoras serán las “habilidades no directamente digitales” como la resolución de conflictos, el pensamiento crítico, el trabajo en equipo, la comunicación, entre otras.
Sin embargo, la adaptación al cambio ante la velocidad con la cual van apareciendo las herramientas implica que existan esfuerzos en educar aún más habilidades de alfabetización digital, seguridad en la interacción con esta tecnología, comunicación digital y usabilidad de esta. “Independiente que seas un trabajador o trabajadora que quizás no se dedique directamente al desarrollo de tecnologías, necesitas saber interactuar con ella”, plantea Quiroga.
La tercera capa son los trabajadores especializados en el desarrollo tecnológico, la que finalmente “puede empujar fuertemente la digitalización de los diversos sectores económicos y productivos”. Si bien este grupo no es masivo, cada vez es más demandado.
La mayoría de los entrevistados comparte que para que esta revolución funcione se requiere de un ecosistema donde tanto el Estado como las empresas compartan responsabilidades para que estas tres capas puedan convivir con las innovaciones. El Foro Económico Mundial también lo entiende así, dando cuenta que las naciones con mercados abiertos y libres seguirán creando nuevos puestos de trabajo para sustituir los perdidos.
Desde Fundación Chile, Quiroga propone que desde el lado de las compañías deben estar visualizando, conceptualizando y entregando la información de qué es lo que están requiriendo, junto con una inversión en dichos temas y, al mismo tiempo que los trabajadores especializados sean reconocidos por su conocimiento.
Otro aspecto serán los límites de las herramientas y su regulación. Marcelo Mendoza, del CENIA —quienes han participado en el diseño de la Política Nacional de Inteligencia Artificial así como en la elaboración de los proyectos de ley para su ámbito regulatorio— señala que debe existir un marco normativo que permita que nuevos negocios aparezcan, fomente la inversión en el país, sin dejar de lado que el mal uso de la IA o herramientas afines pueda ser sancionado, pensando en negocios como la industria creativa o las comunicaciones.
Lo fundamental para el académico "es buscar en ese marco regulatorio un justo balance, que no se frene la innovación pero que existan ciertas normas mediante el cual esta tecnología no traspase ni dañe a la privacidad de las personas".
Por último y no menos importante, el rol de la educación para las actuales y futuras generaciones marcará la forma en cómo su uso impacta no solo el trabajo, sino en otros aspectos de la vida. Desde el CENIA creen que la IA debe ser introducida en el currículum de educación secundaria en las asignaturas de ciencia y tecnología como una herramienta básica para las personas del siglo 21. Por otro lado, desde Fundación País Digital promueven el concepto “Lifelong Learning”, donde la adaptación permanente a las nuevas habilidades que se requieren permitirá mayores ofertas de empleo.
Lejos de cualquier escenario apocalíptico, todos los trabajos verán un cambio cultural. La Inteligencia Artificial se hará cada vez más indispensable, pero debe crecer en complementación de los seres humanos y las tareas que cumplan en un mundo con desafíos donde mente y tecnología serán las dos caras de la moneda.
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